Sobre la literatura de solapa

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Sobre la  literatura  de solapa

Sobre la literatura de solapa / R. Ballester Añón

R. Ballester Añón

Leer es, en esencia, una operación militar (P.Valéry)

Un paseante entra en una librería; hojea al azar diversos volúmenes; se detiene en la lectura de la solapa de uno de ellos –texto brillante y sugerente. Es presa de un repentino entusiasmo. Adquiere el libro y lo devora a la espera de las sembradas seducciones, al desarrollo de las ideas insinuadas… Pero se encuentra con un texto tedioso, trufado de enojosos lugares comunes; experimenta una irritante sensación de fraude.

A esa irritación inicial le sucede una actitud distinta: admira la solapa que ha sabido emocionarle de modo tan intenso. Le ha hecho fantasear un libro que no existe; y acaso ha puesto el germen para que este lector inspirado –quizá, a su vez, escritor- le conceda una futura existencia. No es ésta, con todo, la eventualidad más frecuente.

La solapa de un libro constituye una modalidad de texto publicitario que puede tener un efecto excéntrico, como el que acabamos de ver; pero el lector habitual no es tan entusiasta, y la solapa acostumbra a dar una información razonable del texto que promueve.

La solapa posee peculiaridades llamativas. El anonimato, por ejemplo. Porque ¿quién la confecciona? Es amplia la casuística: el editor, el copy de la agencia de publicidad encargada de promover el libro; a veces, son fragmentos sacados del prólogo, generalmente de una autoridad prestigiosa… En cualquier caso, es un texto anónimo, y por ello, con un cierto aire enigmático.

Es también costumbre incluir una nota biográfica del autor, así como frases, de adjetivación euforizante, extraídas de las reseñas de alguna conocida publicación.

En fin, la solapa es gratuita por su propia naturaleza.

Gratuidad y anonimato no son rasgos exclusivos de una solapa; los comparte con la mayoría de textos publicitarios. ¿Qué la caracteriza pues? Ser texto que incita a adquirir textos. En ocasiones constituyen –dentro de su propósito persuasivo- lacónicas joyas literarias, pequeñas obras maestras con gran capacidad de sugerencia y admirable economía de medios. Su eficacia retórica y brevedad persuasiva lo emparentan con el spot televisivo o el trayler del cinematógrafo.

Los mecanismos persuasivos para publicitar un producto de aseo personal, no difieren, en sustancia, de los utilizados para la reedición de la Etica demostrada según un orden geométrico de Baruch Spinoza. Cada cual tiene su público, que eventualmente puede coincidir; cada mercancía, sus rasgos distintivos.

Las solapas están dirigidas –sobre todo las de aquellas editoriales de poesía, ensayo o novela de calidad- a un público avisado, quisquilloso, al que conmover o persuadir no resulta, en principio, tarea fácil.

El concepto de «género literario» ha ocasionado cuantiosos desvelos doctrinales. Algunas de sus características más consensuadas - «horizonte de expectativas», por ejemplo – pueden aplicarse cabalmente a una solapa; género que, a pesar de su visibilidad connatural, tiende a ser invisible.

Por -o a pesar de- su modestia instrumental, es el género más frecuentado: por un libro leído, se consume cuantiosas solapas.

El crítico y el solapista guardan similitudes: componen textos que aluden a otros textos para publicitarlos. Pero también diferencias. El crítico tiende (por decirlo así) a mirar la obra desde arriba; el solapista, desde abajo. Cultiva el crítico una actitud distante, desdeñosa –histéricamente entusiasta, en ocasiones; el solapista es invariablemente admirativo. La crítica habitual antoja en ocasiones una solapa torpe; la solapa atinada, una admirable crítica. Su diferencia sociológica más relevante: la crítica es cada vez menos efectiva; las solapas, cada vez más.

Una esmerada antología de solapas conforma una historia de la literatura vista desde la puerta de atrás.

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