Tucídides de nuevo

La reconstrucción del pensamiento del historiador griego explica por qué en la política siempre prevalece la ley del más fuerte

Tucídides de nuevo

Tucídides de nuevo

Jaime siles

Cada vez que suenan en el mundo tambores de guerra, el historiador griego Tucídides vuelve a ser actual. Y no es que haya dejado de serlo nunca, sino que, cuando el horizonte bélico reaparece, los politólogos vuelven a su Historia de las guerra del Peloponeso, porque en ella parece condensarse todo cuanto las relaciones entre estados, la lógica de lo considerado útil , la seguridad, la ley del más fuerte, la dinámica de la política internacional y las conexiones entre ésta y la política interior, así como las que se establecen entre el poder y el liderazgo son - junto con un capítulo dedicado a Tucídides y la teoría contemporánea de las relaciones internacionales- los distintos puntos en que Marco Cesa articula este libro que viene a sumarse al que no hace mucho dedicó al pensamiento político del historiador griego el helenista italiano Luciano Canfora. La visión que Marco Cesa ofrece no es exactamente la misma que la filología clásica nos da, pero se apoya mucho en ella, completándola -y éste es uno de sus méritos- con una perspectiva que supone una nueva clave de lectura, aunque reconoce - como Robert Gilpin y Bruce Bueno de Mesquita ya dijeron- que nuestros conocimientos actuales sobre los conflictos internacionales -sobre todo, sobre el comportamiento y reacción de los Estados- no van mucho más allá de lo que sabían Tucídides y sus contemporáneos en el siglo V antes de Cristo, y que - como afirmaba Kenneth Waltz, «la trama de la política internacional permanece constante, con modelos recurrentes y acontecimientos que se repiten sin fin». Lo que hace Cesa es, sin descontextualizar la obra de Tucídides, someterla al análisis y acercarla a los intereses que para las ciencias sociales pueda tener, e intenta extraer situaciones que, en sus rasgos esenciales, resultan comparables con otras más recientes y que, en cierto modo, pueden dar lugar a una especie de leyes de la política internacional independientemente de sus actores y de sus actantes.

En Tucídides -así lo subrayó Connor- no hay que ver una teoría política, ya que explica los hechos como consecuencia de una motivación individual, como en el caso de Alcibíades o Nicias, o estatal, que parece, leído hoy, «realismo amoral», cuando aplica la ley del más fuerte a las relaciones internacionales, o dice que el temor recíproco constituye la única garantía seria , o como cuando - al tratar la destrucción de Melos- dice que «la justicia sólo se plantea entre fuerzas iguales» y que, cuando no es así, los más fuertes hacen todo lo que está en su poder y los débiles ceden. La autonomía ateniense exigía el dominio de los otros. Hoy hay Estados que hacen suyas las palabras de Alcibíades: «contra el poderoso no sólo hay que defenderse cuando ataca, sino que hay que ver el modo de prevenirse para que no pueda atacar». No deja de ser curioso que Hobbes fuera su traductor al inglés y que el influjo de Tucídides esté patente en su Leviathan (1651).

Cesa presta atención al pesimismo antropológico sobre la naturaleza humana expuesta en III, 82, 7 y a las consecuencias que ello tiene cuando las convenciones que rigen la convivencia en la vida civil se vienen abajo; a las mecanismos psicológicos en que tanto hincapié hizo la tragedia ática, y a la doble moral de los atenienses, para quienes «desde siempre está instituido que el más débil sea sometido por quien es más poderoso» (I,76,2). De modo que someter es la única alternativa a no ser sometido. Y en ello se basó su expansionismo: en que su talasocracia deriva del miedo y genera, a su vez, temor. El diálogo con los melios es el paradigma de la razón de Estado. El último capítulo tal vez sea también el más actual y explica la analogía que algunos encontraron entre el ataque de Esparta a Atenas en el 431 a. C. y el de Japón a los Estados Unidos en 1941, la razón de las llamadas «guerras hegemónicas» y cómo la Atenas democrática y la oligárquica Esparta reaccionan igual, independientemente de cómo sean sus respectivos sistema políticos. Muchas son las lecciones que pueden extraerse de la lectura de Tucídides: entre otras, que «Si el vencedor, mediante la fuerza, obliga al vencido a aceptar sus condiciones», la paz será el preludio de un «odio duradero para siempre». Así lo entendió el general Marshall cuando después de la Segunda Guerra Mundial, preguntado por qué historiador escribiría la historia de la misma, respondió: «Ya está hace mucho tiempo escrita. La escribió Tucídides en la Historia de la guerra del Peloponeso». Y, desde entonces, es lectura obligada en West Point. Para Tucídides la historia era «adquisición para siempre»; para Cicerón, «maestra de la vida». Pero, ¿hemos aprendido algo de ella? ¿Sabemos acaso lo que la historia significa y es?

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