Tiempos para la ira
Unas páginas que invitan a volver la mirada sobre la desaparición de una cultura del trabajo, como aquella reconversión industrial en Sagunto

Tiempos para la ira
Veo cómo se derrumban todos mis sueños.
‘The Clash’
Train In Vain
Me coge la lectura de este libro cuando ando metido hasta las cachas en la de otro que casi había olvidado. Creo que fue Julio Ramón Ribeyro quien lo dijo: leer es releer. Eso estaba haciendo con Sábado por la noche y domingo por la mañana, la magnífica novela de Alan Sillitoe publicada a finales de los años cincuenta del pasado siglo y llevada al cine por Karel Reisz en 1960, con un jovencísimo Albert Finney de protagonista. Como todas las suyas, una hermosa edición de Impedimenta hace unos años. La clase obrera. Los horarios apretados y las hileras del curro camino de la fábrica. Los sueños de una juventud que ya andaba buscando otras salidas a los que habían heredado de sus padres. Otras salidas. Como si eso fuera fácil. Entonces y ahora. Y en la media distancia entre entonces y ahora, la reconversión industrial que rompe en España los sueños de varias generaciones y el futuro de muchos sitios cuyas gentes nunca se creían del todo lo que se les venía encima. Esa ruptura de sitios, de gente y de futuros más o menos insospechados es la que cuentan los capítulos de Sagunto 1984. Reconversión industrial y cambio social, libro de escritura colectiva coordinado por el periodista José Manuel Rambla.
Las consecuencias económicas de esa reconversión, qué pasa con la conciencia de clase en ese tiempo, dónde quedaría y en qué condiciones el patrimonio industrial, qué cultura acompañaría en sus diversas modalidades las circunstancias de los cambios que se avecinaban. Especialistas en los diversos apartados se encargan de aportar conocimientos que abordan, desde perspectivas diferentes, lo que fueron no sólo esos años ochenta sino sus antecedentes y lo que tuvieron en común -o no- con otros territorios que se vieron en situaciones idénticas o sumamente parecidas. El cierre de AHM tuvo lugar el 10 de abril de 1984 después de «14 largos meses de lucha».
Llevaba dos años el PSOE en el gobierno. Alguien dirá, con el recuerdo a punto: tiempo de ilusiones. Uno de los primeros episodios que dieron al traste con esas ilusiones: la reconversión industrial. Y eso que, como apunta Joaquín Estefanía en el prólogo, «esta no aparecía en el programa electoral con el que el PSOE ganó las elecciones, al menos en toda su crudeza». Luego vendrían otros encontronazos entre lo que se esperaba y lo que fue la realidad de aquellos años. Uno de los más duros, el libro bien claro que lo deja, fue el cierre de Altos Hornos del Mediterráneo (AHM). Las movilizaciones fueron de las que hacen época. Hubo muchas y no es de recibo, como tantas veces se hace, dejar de lado las que llevaron a cabo las mujeres. No hay más que mirar las imágenes de aquellos meses. Allí estaban ellas sin que se les quebrara el aliento en todo ese tiempo. Era jugarse a una carta las decisiones gubernamentales que dejaban hecho unos zorros lo que en el Puerto de Sagunto había sido no sólo una manera y un medio de vida, sino la vida misma de los sitios y la gente desde tantos años atrás. Pero a ver quién les tosía a unos crecidos Felipe González y Alfonso Guerra y, sobre todo, a los superministros directamente implicados, Miguel Boyer y Carlos Solchaga: «ese lado social-liberal» -insiste Estefanía- de un Solchaga que heredaría de su compañero en el gobierno las competencias en materia económica y financiera. Cuando hablamos de echar la vista atrás siempre se añade aquello de que hay que hacerlo «sin ira». Pues qué quieren que les diga. A veces resulta difícil cumplir esa sugerencia. Ya han pasado cuarenta años desde entonces y hay heridas que tardan en cerrarse o que nunca se cierran. Cuando paso cerca de la «fábrica» se me mueve algo por dentro. No sé dónde. Por dentro.
Es con motivo de ese aniversario por lo que el periodista José Manuel Rambla ha coordinado los textos de Sagunto 84. Reconversión industrial y cambio social. Un exhaustivo y preciso seguimiento de lo que fue aquel proceso (no sólo en Sagunto: también en otras zonas de España) que sigue intacto en la memoria de quienes lo vivieron. No sé si en las generaciones que vinieron luego. Miedo me da pensarlo. Echo a faltar en el índice algunos nombres que escribieron, y mucho, sobre aquello y sobre lo que ha sido la historia del Puerto de Sagunto. Y un cierto abastecimiento periodístico que sí aparecía en la exposición que sobre ese asunto se exhibió en el Col·legi Major Rector Peset de la Universitat de València hace unos meses. En todo caso, meterte en las páginas de este libro es como regresar a lo que la historia nunca debería desdeñar: escarbar en las raíces de los conflictos que fueron trascendentales en su momento y después pasaron a formar parte de la inexistencia. Regresar a aquellos años en unos textos, necesarios para que la memoria y la historia no se queden colgadas del vacío, ha supuesto un gozo personal y requiere una casi impositiva invitación a su lectura. No le falta ni la música que acompaña aquel tiempo de desbarajustes políticos, económicos y sociales. Aquí no hubo mucha. Sí que la hubo en Gran Bretaña y Euskadi. Cómo olvidar los estragos de Margaret Thatcher: imposible. Pero tampoco olvidamos que grupos como The Clash, La Polla Records o Kortatu pusieron una airada banda sonora a tanto despropósito. Mirar hacia atrás sin ira. Eso dicen. Pues mucho me temo que en esta ocasión va a ser que no, ¿vale? Y tanto que no. Y tanto.
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