Arnau y Ortega
Había pensado que el título de este artículo fuese al revés, Ortega y Arnau, porque se trata de un ensayo de Juan Arnau sobre Ortega y Gasset: Ortega contra el racionalismo, Espasa, 2025. Sin embargo, no es menos cierto que este libro constituye una vuelta de tuerca más en la creación, por parte de Juan Arnau, de una autobiografía de su conciencia filosófica, de otra mirada, bajo un prisma distinto, a las ideas que desde hace tiempo defiende el filósofo valenciano. Lo que el lector va a encontrar en estas páginas dibuja un Ortega muy arnauniano, y un Arnau muy orteguiano.
Cuando un escritor, un filósofo, decide explorar a fondo la obra de un gran autor, lo hace, qué duda cabe, por el interés que siente hacia su pensamiento; pero también para observarse a sí mismo en un espejo ajeno, para encontrar en otra voz la confirmación de su voz propia. Todo lo que escribimos es un autorretrato, incluidos los retratos que hacemos de los demás.
Ortega es el pensador español más importante del siglo XX (y puede que de todos los tiempos). Siempre es buena ocasión para hablar de él, para volver a interpretarlo, para releerlo a la luz de nuevos puntos de vista.
El Ortega de Arnau está repleto de grandes virtudes (muchas de ellas compartidas por el propio Arnau): enorme hondura intuitiva sobre cualquier asunto, claridad en la interpretación, capacidad metafórica, conocimiento, poder hipnótico para con su lector. Ortega y Arnau pertenecen al género de escritores que hacen más inteligentes a sus lectores, convirtiendo en sencillos los asuntos más complejos de la ciencia y la filosofía.
Ortega fue un defensor de la razón -el único instrumento del que nos podemos servir para pensar el mundo, para instalarnos en la vida-, pero un crítico muy severo del racionalismo, que con su afán regulador, con su obsesiva voluntad de reducir el universo a ideas y leyes preestablecidas, olvida el curso impredecible de la vida, su inesperada multiplicidad. De ahí que Ortega -utilizando conceptos muy queridos a Juan Arnau- sea un filósofo solar, un meditador soleado, un pensador portátil, de esos que debemos llevar en el bolsillo mientras nos adentramos en los senderos de nuestra propia vida, porque están hechos de la misma materia que el mundo: sueños, deseos, imaginaciones.
Ortega también arremete contra los relativistas, contra los escépticos que ingenuamente descreen de la verdad (un descreimiento que va contra su mismo escepticismo, que aspira a ser una verdad completa), y defiende la idea de su razón vital, como la suma de todas las perspectivas individuales que en la historia han sido, porque lo importante es siempre la vida individual.
Otro libro de Juan Arnau, en definitiva, muy orteguiano: juguetón, intempestivo, escrito desde la curiosidad amorosa hacia el mundo.
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