Los olvidados

La pionera y brutal denuncia de la violencia machista realizada por Martí y premiada en 1990 sale ahora del olvido para quitarse el estigma de obra maldita.

Los olvidados

Los olvidados

Álvaro Pons y Noelia Ibarra

Hay obras que parecen destinadas a ser olvidadas cuando aparecen y que solo el tiempo logra otorgar su valor. Resulta evidente que El Eternauta, la obra maestra de H.G. Oesterheld y Solano López, no ha caído en el olvido sino que establece un hito fundacional en cuanto al cómic de género de lectura adulta y un mito dentro de la cultura argentina. El trazo de Solano conformó una potente imaginería que ha calado hasta nuestros días y ha pervivido como un símbolo político impulsado por el activismo de su guionista. Recuperada para la televisión en forma de serie de éxito mundial, parece poco adecuado hablar de olvido, sin embargo muy pocos recuerdan la reescritura realizada por Oesterheld en 1969 para Alberto Breccia. Acabada abruptamente por la falta de conexión del público con la experimentación radical del dibujante, la obra se fue convirtiendo en un referente casi de culto a través de la opresiva atmósfera creada por Breccia desde sus planteamientos vanguardistas y gracias a la explicitación de una lectura política reforzada, con esa Sudamérica entregada por el resto del mundo a la invasión alienígena. La narrativa atropellada, resultado de la necesidad de sintetizar toda la historia en apenas una fracción del relato original, no impide disfrutar de las claves esenciales: el héroe colectivo, la épica desaparecida, la supervivencia desesperada…Todo está ahí bajo la maestra batuta de un lápiz entregado a conseguir momentos imborrables.

Cincuenta años después de la edición en la colección Biblioteca TÓTEM, la única completa en álbum que vimos en nuestro país, las aguadas de Breccia sobresalen en una cuidada edición conmemorativa de Reservoir Books, El Eternauta 1969, que recupera el clásico y verifica su pervivencia, además de establecer un enriquecedor diálogo con la versión original.

No obstante, también en nuestro país hay olvidados: en 1990 el salón del cómic de Barcelona otorgaba el galardón a la mejor obra a Dr. Vértigo, de Martí. El creador de Taxista desvelaba una lacra de la sociedad de entonces: la violencia de género.

Mientras que la prensa seguía describiendo los asesinatos machistas como «crímenes pasionales», Martí compuso una pionera y brutal denuncia de la violencia y la manipulación social legitimadora del matrimonio como único destino de toda mujer. Ama de casa, amante, reposo del guerrero y madre de los hijos de un hombre que sería feliz gracias a ella, una idílica imagen que el dibujante de El Víbora destruye con un relato atroz en el que no existe espacio alguno para la redención: una esposa con la autoestima hundida ante la imposibilidad de cumplir con la vital tarea de la procreación cae en una espiral destructiva, en la que los «aliados» la conducirán a la prostitución mientras su cónyuge la droga para poder mantener una tranquila relación con su amante. El sexo, otorgado para mantener una farsa en la que ya no se cree o como humillante forma de dominación, se convierte en protagonista de una historia en la que la mujer se autoinculpa hasta anularse y demolerse como persona. Escenas que hablan abiertamente de temas que han tardado décadas en salir a la luz, que hoy fácilmente relacionamos con escándalos dolorosamente próximos en el tiempo, pero que Martí tradujo a viñetas preñadas de fuertes simbolismos que su blanco y negro, cortante, potenciaba hasta conseguir momentos de un impacto devastador. Sin embargo, nunca se reeditó. Quedó como una obra maldita que solo después de la muerte de su creador, más de tres décadas después de su edición original, es por fin recuperado en una cuidada edición de La Cúpula.

Dos obras maestras olvidadas que, por fin, vuelven para ser puestas en su sitio.

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