La suave madurez de Milena Busquets
Busquets es autora de una prolongada y única novela con variaciones

Milena Busquets
«Mi vida me había dejado de gustar y no sabía qué hacer para cambiarla, tal vez la madurez fuese aquello», escribe Milena Busquets en La dulce existencia (Anagrama), su última novela. Un relato en el que vuelve a Cadaqués, su País de Nunca Jamás, para contar las sensaciones que le produce el rodaje de la adaptación cinematográfica de su gran éxito internacional También esto pasará. La película acaba de ser estrenada en los cines españoles.
Literariamente, Milena Busquets nunca ha abandonado Cadaqués, ni el cementerio en el que descansan los restos de su madre, la escritora y editora Esther Tusquets, protagonista de aquella novela de la que ahora se cumplen diez años. En realidad podría decirse que Milena Busquets es autora de una única y prolongada novela que se extiende mediante variaciones sobre el mismo tema. Una novela que va apareciendo a lo largo de los años con diferentes títulos, que tienen como protagonista a la propia escritora o a Blanca, su alter ego en la ficción.
La novelista asegura que en todos estos años no ha vuelto a leer También esto pasará y que tampoco ha leído el guion a cuyo rodaje no puede evitar asistir, tal vez impulsada por el inmenso ego que, como confiesa, tienen todos los escritores. Un ego que le lleva a pedir a la directora participar en un cameo. Algo con lo que «nuca había soñado», dice, pero que a partir de ese momento se convierte en uno de sus sueños. Ese ego superlativo se ve acompañado por la música de violines que suenan cuando Escarlata O’Hara decide volver a Tara, en el momento en el que la narradora y protagonista tiene la revelación de que va a escribir sobre el rodaje de su libro. Y es que para Milena Busquets «la relevación de que uno va a escribir sobre un tema no es muy distinta a la revelación de que uno está enamorado». El amor y la literatura son revelaciones, nos dice.
Milena Busquets establece un juego de resonancias entre su propia memoria, el recuerdo de su novela, el reflejo en las secuencias que ve rodar y su estado anímico, la suave madurez que parece haber alcanzado. Y más allá de la añoranza, esos ecos le permiten un sabio distanciamiento con el que poder reflexionar sobre la realidad y la ficción, que es el tema principal de la novela. Algo que hace patente en la conversación con uno de los actores y con las referencias a la película de Woody Allen La rosa púrpura de El Cairo y a la de Francis Ford Coppola Peggy Sue se casó.
La novela es también un intento de superar el duelo por la muerte de su madre. Una muerte que no le quitó las ganas de vivir, pero sí, el derecho a ser feliz, condenándola durante años a una «penitencia estúpida» que le hizo perder su despreocupación, una sus formas favoritas de felicidad. Y ahora sí, asistiendo a ese rodaje que le permite volver a ver a su madre caminar por la tierra y volverla a enterrar, parece que el duelo se cierra.
Hay un momento muy significativo del relato. La narradora observa el rodaje de una secuencia y siente que su vida «volvía a tener potencial literario». La frase es capital en una escritora de autoficción como Milena Busquets. Es la consecuencia de esa revelación. Tiene tema, vuelve a estar enamorada de la escritura. La pregunta es ¿cerrado el duelo, de dónde va a surgir su potencial literario? ¿cuál va a ser su próxima revelación?
Se admiten apuestas y la mía es clara. En su próxima novela, Milena Busquets, más allá de la muerte, va a hablar de algo en lo que, a diferencia de Dios, sí cree, los hombres guapos. Apuesto doble contra sencillo a que nuevamente va a hablar del amor, de la mujer deseante, de follar, de su relación con el mar y con los hombres.
Hacia el final del texto dice Milena Busquets que, a diferencia de Annie Ernaux, ella no había sido capaz de rescatar la vida a través de la autoficción y pasar a otra cosa. Se equivoca y nos lo demostrará en su próxima novela. Siguiendo la consigna de la Nobel francesa, su escritura suscitará la impresión que provoca el acto sexual, «una suspensión del juicio moral» (Pura pasión). Y además lo hará con ese humor y esa risa que ha cautivado a tantos lectores. Lo sé, y apuesto sobre seguro, porque la he leído y la he devorado con amor.
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