Desde hace unos años, cada 27 de mayo se celebra el Día Nacional del Celíaco, fecha en la que se intenta concienciar a la sociedad de los problemas y las dificultades que tienen para hacer vida normal las personas que sufren esta enfermedad.

La celiaquía es una intolerancia permanente al gluten -una glucoproteína que se encuentra en las semillas de muchos cereales combinada con almidón-, que se suele presentar en personas genéticamente predispuestas. Se caracteriza por una respuesta inflamatoria en la mucosa del intestino delgado que dificulta la absorción de macro y micronutrientes, según recoge la Federación de Celíacos en España (FACE).

Los síntomas más frecuentes son la pérdida de peso y apetito, la fatiga, las náuseas, vómitos, diarrea, distensión abdominal, dolores, alteraciones del carácter y pérdida de masa muscular, entre otros.

Para conseguir un buen diagnóstico hace falta una analítica específica, además de una biopsia intestinal, si bien el tratamiento consiste en seguir una dieta sin gluten de por vida.

La principal recomendación que se hace desde la FACE es comer alimentos naturales en vez de envasados ya que es difícil garantizar la ausencia de gluten. De hecho, la contaminación cruzada es uno de los problemas más graves con los que se encuentran los celiacos. Esta puede darse cuando un alimento que no contiene gluten entra en contacto con otros productos que sí lo contiene o con una superfice en donde anteriormente estuvo un alimento con gluten, de ahí que la manipulación deba ser escrupulosa.

Tales son las dificultades que se encuentran las personas celíacas que, cada vez más, son las empresas que se han hecho eco de esta problemática y se ha hecho más común encontrar alimentos con la etiqueta "sin gluten" en distintos comercios.

¿Cuál es la diferencia entre intolerancia y alergia?

Una alergia alimentaria y una intolerancia se pueden confundir porque comparten muchos síntomas, pero realmente no son lo mismo. Una alergia alimentaria activa el sistema inmunológico ya que los alérgenos provocan una serie de reacciones en cadena, entre ellas la producción de anticuerpos, que provocan la secreción de sustancias químicas y producen síntomas como el picor, mocos, tos y trastornos respiratorios, entre otros.

En cambio, la intolerancia alimentaria afecta al metabolismo pero no al sistema inmunológico del organismo y el problema se produce en el intestino. Así, las personas que presentan este problema pueden llegar a comer pequeñas cantidades de alimentos que les hacen daño pero, en cambio, los alérgicos no deberían ingerir nunca aquello que les dé reacción ya que las consecuencias podrían ser muy graves.