Cuenta Carlos Bertomeu que cuando más apretaba la crisis entre 2009 y 2014, Air Nostrum «llegó a tener fecha de cierre de operaciones». Hoy, la aerolínea vuela con sus cimientos consolidados, cada vez más ligera de equipaje y camino de convertirse en el líder de la aviación regional europea en alianza con la irlandesa CityJet, donde, salvo sorpresa, Air Nostrum será el socio mayoritario. Un pequeño gigante, aliado de Iberia, pero que sobrevive sin depender de los grandes grupos y con capital valenciano.

En esta transición desde la crisis que casi la estrella y la solidez actual que le permite encarar el futuro con solvencia, Carlos Bertomeu, presidente y máximo accionista, fue clave. En plena borrasca, el empresario pasaba de ejecutivo a dueño, y se hacía con el control de la entidad junto a sus socios y «amigos» Antonio Pellicer y José Remohí, fundadores del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI).

«Lo hice porque estaba convencido, como lo he estado siempre, de la fiabilidad a largo plazo de la compañía», explica Carlos Bertomeu, que mañana recogerá el premio Levante-EMV Prensa Ibérica en la categoría de Economía por los 25 años de Air Nostrum.

No fue una decisión fácil de ejecutar. Año 2014. «Necesitábamos una ampliación de capital para acometer vencimientos a corto. Veníamos de perder mucho dinero, y se daban tres circunstancias que hacían difícil el acceso a la refinanciación: la aviación no era un sector muy atractivo en ese momento, nuestra operación se concentraba en España donde golpeaba duramente la crisis, y nuestro socio de cabecera, Nefinsa, estaba renegociando su propia deuda», recuerda.

El entonces consejero delegado como hombre fuerte de Nefinsa (el brazo inversor de la familia Serratosa Luján, que fundó la empresa) apostó fuerte: «Sabía que, si conseguíamos pasar el bache, la compañía volvería a ser una de las mejores regionales del mundo. Así que tiré, como quien dice, de todas mis fuentes de solvencia para pedir un préstamo de una cantidad muy, muy relevante. Como aun así no llegaba, me acompañaron Antonio Pellicer y José Remohí».

Un lustro después, Air Nostrum, en realidad, ha dejado de ser una compañía regional para convertirse en un holding de empresas de transporte que busca negocio en aquello que sabe hacer: «volar aviones, mover pasajeros y mantener aviones». De alguna forma, se ha hecho de la necesidad, virtud, para diversificar dentro de ese paradigma con la idea de proteger a la empresa de otra eventual crisis.

«Diversificar es mi obsesión desde hace cinco años. En este oficio uno tiene la obligación de aprender de todas las situaciones y la anterior crisis demostró que la dependencia de un solo negocio, de un solo mercado, de un solo cliente, no es bueno cuando viene una crisis que se concentra en un mercado geográfico de un sector determinado. En ese contexto, estamos diversificando siempre sobre cosas que sabemos hacer», explica como filosofía.

Es una estrategia para protegerse ante lo que pueda venir. Como lo es también la alianza con City Jet. 2019 pinta un sector abocado a nuevas concentraciones para resistir un contexto de escasos márgenes, altos costes y bajos ingresos por un mix de tarifas a la baja por la elevada competencia, combustible caro y dólar revalorizado frente al euro. «Las fusiones no me dan miedo. Las veo como una oportunidad. Creo que el sector aéreo se va a consolidar y espero que seamos actores principales en ese proceso», dice.

En estos momentos, el AVE privado es la operación más atractiva de todas en las que se ha embarcado Bertomeu. Fue el primero en ver la oportunidad que ofrece la inminente liberalización del transporte ferroviario de pasajeros. Es un negocio de grandes players. Para ello, se ha aliado con José Manuel Entrecanales (Acciona). El gigante de infraestructuras le da músculo financiero. Ambos ultiman la entrada de un tercer socio, el partner industrial, que podría ser la empresa estatal francesa SNCF. El inicio de las operaciones para competir con Renfe se espera a partir de 2021.

«Ser el primero en un mercado que se liberaliza es algo muy relevante. Desde hace mucho he estudiado todo sobre la 'renta del primer establecido' y esto, en general, se da cuando los sectores se abren a la competencia», apunta.

La vía ferroviaria se alinea con la diversificación de negocio y geográfica. Así, ha puesto en marcha una empresa para extinguir incendios; han abierto aerolíneas y talleres de mantenimiento en Sudamérica; ha comprado una aerolínea en Malta y se ha puesto en marcha otra compañía para alquilar aparatos a grandes grupos del centro y norte de Europa con necesidades puntuales de más capacidad.

En paralelo a esta internacionalización, el último giro de Bertomeu pasa por una reestructuración para convertirse en un grupo de servicios. La idea es crear tantas empresas como unidades de negocio tiene: mantenimiento; formación de tripulaciones; gestión de personal; alquiler de aeronaves; comercialización o servicios generales.

Esa búsqueda de mayor eficiencia y agilidad para ser capaces de capturar todas las sinergias posibles se da, precisamente, en vísperas de que se formalice la alianza con Cityjet. Un momento clave en que Air Nostrum aspira a llegar de la forma más competitiva posible. Bertomeu, con todo, debe lidiar con el escollo de la tensa relación con sus pilotos, que acaban de convocar una segunda huelga en 6 meses por flecos del convenio colectivo.

¿Hay una Air Nostrum sin Bertomeu? «Aquí puedo ser muy rotundo. La respuesta es no. No solo no he puesto fecha de salida, sino que no contemplo vender. Air Nostrum forma parte de mi vida de los últimos 25 años más los dos de la puesta en marcha de la compañía, 27 ya. Es un sector con mucho sufrimiento pero que me gusta. Después de tantos años por lo menos ya sabemos el 50% de lo que tenemos que saber. Es un miembro más de mi familia».