El vuelco electoral de 1979 puso a la izquierda al frente de cientos de ayuntamientos y a la derecha, entonces representada por Alianza Popular, en la oposición. Para los primeros fue una oportunidad para cambiar las cosas desde el poder y para los segundos «una escuela» para hacer oposición. Ese año Albert Taberner, dirigente del PCE, se hizo con la vara de mando de Alaquàs, mientras que cuatro años después, en las elecciones de 1983 y de la mano de Coalición Popular y después de AP, Martín Quirós se convirtió en portavoz de la oposición en el Ayuntamiento de València con Pérez Casado como alcalde. Ambos referentes reflexionan también sobre una época fundamental en la democracia. Para Taberner, posteriormente diputado en Corts por Esquerra Unida, las elecciones fueron una «alegría enorme y consciente».

Taberner rememora unos tiempos «complicados». La democracia había llegado a los ayuntamientos, pero «había que convivir con regulaciones franquistas, con presiones y representantes que tenían formas diferentes de ver las cosas». Con todo, destaca que fue posible «la convivencia en valores». «Ser alcalde fue lo más bonito que me ha sucedido. El acierto fue el esfuerzo de la ciudadanía, sus ganas de vivir en libertad, el progreso». Taberner recuerda las tensiones respecto a la autonomía y, cómo no, el conato del golpe de Estado, algo que le lleva a reflexionar sobre el riesgo de involución que puede suponer la «ultraderecha». «La ciudadanía no es intransigente, pero la intransigencia de algunos partidos puede llevarnos al desastre, hay que preservar la democracia todos los días», señala.

Martín Quirós recuerda el «desconcierto político» de aquellos años y a una izquierda que se concentró en el Estatuto de Autonomía, algo que, en su opinión, fue un «error». El histórico dirigente del PP (tras la marcha de Gil Lázaro se ha convertido en el miembro de València del PP más antiguo) está convencido de que las buenas relaciones de Pérez Casado con el PCE facilitaron el gobierno de coalición en el «cap i casal». Reivindica su trabajo en la oposición. «Fue durísima, pero conseguí cambiar cosas», dice, y pone de ejemplo el trazado del metro. Para Quirós, el elemento diferenciador de la política de antes y de ahora son los actores: «Antes iban de la profesión a la política y ahora vienen de la nada y sin opinión no eres nada».