La llegada de la democracia supuso no solo un cambio político en un país falto de libertad tras un larguísimo periodo de cuarenta años de dictadura franquista, sino un revulsivo a todos los niveles: económico, social, cultural€ en todos los territorios de España y la Comunitat. Las primeras elecciones democráticas celebradas en abril de 1979 se vivieron en los 135 municipios de la provincia de Castelló como un verdadero paso adelante y supusieron el origen de prosperidad y desarrollo de las cuatro décadas posteriores que ahora se cumplen.

Desde la capital de provincia, Castelló, y las localidades más pobladas como Vila-real, Burriana, la Vall d'Uixó, Vinaròs, Benicarló, Almassora, Onda, Benicàssim, l'Alcora, Segorbe, Orpesa, Peñíscola, Alcalà, Moncofa, Almenara, Torreblanca, Betxí€ hasta los más pequeños municipios de las comarcas del interior, como Portell, Geldo, Canet, Bejís, Azuébar, Figueroles, la Jana, Forcall, Villahermosa, Espadilla, Higueras, Torás, Matet, Sacañet, Villores o Castell de Cabres, la mayoría de los pueblos y ciudades de las ocho comarcas castellonenses han evidenciado un progreso real a través de mejoras en infraestructuras, urbanismo, construcción, creación de industria, empleo€ y muchos de ellos abandonaron su actividad eminentemente agrícola para acariciar una nueva etapa de oportunidades en la que el turismo, en la mayoría de casos, y la aparición de la industria azulejera en el triángulo de la Plana, ha resultado fundamental para un crecimiento generalizado.

Se trata de cuatro décadas en las que nuestros pueblos se han hecho mayores, han consolidado su desarrollo, siguen luchando por mejorar la calidad de vida de sus vecinos, independientemente de quien les gobierne, y sobre todo los más pequeños batallan frente al fenómeno de la despoblación que sufren hoy en día las zonas rurales.

Un cambio sustancial que se ha evidenciado, políticamente, en la composición de nuestros ayuntamientos. En 1979 se eligieron 1.111 concejales, en las últimas elecciones municipales fueron 1.089. En 1991 sólo había tres alcaldesas en la provincia, frente a las cuarenta de la actualidad. Castelló sigue creciendo.

Además del análisis pueblo a pueblo, el desarrollo global permite también una perspectiva distinta que no podemos hurtar a los lectores. La despoblación es la amenaza para muchos municipios del interior, pero estas cuatro décadas destacan por las notables mejoras en las carreteras para unirlos, la apertura del aeropuerto, la ampliación de Port Castelló, la nueva cobertura del transporte metropolitano y la aparición de los nuevos planes de ordenación urbana para regular el crecimiento de los municipios.

Sin olvidar la auténtica revolución que supuso a todos los niveles la aparición de la Universitat Jaume I, ya hace 28 años, y los cambios paralelos en el sistema educativo. Asimismo, la sanidad, el nuevo modelo energético con el crecimiento del Serrallo, sobre todo con industrias como BP y UBE, la caída de la agricultura como referente y el paso del pequeño comercio a las grandes superficies, merecen atención en el capítulo económico, con especial atención a lo que significa para Castelló la aparición de la industria azulejera, la esmaltera y la maquinaria, que son sin duda motor de la provincia en nuestros días.

Merece una mención también el cambio del modelo bancario, no sólo con la desaparición de decenas de sucursales en el interior, sino también con las fusiones y absorciones de cooperativas de crédito tan habituales en la sociedad agrícola de hace 40 años y que hoy han dado paso a otras opciones, sobre todo con la implantación de las nuevas tecnologías. Los problemas derivados de la regresión del litoral o la instalación y el posterior y definitivo sellado del proyecto de la planta de gas Castor, frente a la costa de Vinaròs, ocupan el medio ambiente, donde el futuro debe abordar la amenaza del cambio climático.

El deporte también ha experimentado cambios drásticos durante cuatro décadas. El Castellón ascendía a Primera División a principios de los ochenta, y en la última década ha vivido años amargos en Tercera División y con la amenaza de disolución, que ahora parece alejarse. El Vilarreal CF, por el contrario, militaba en Tercera División hace cuarenta años y es hoy uno de los clubs punteros en España y en el fútbol europeo. Ello, sin olvidar a deportistas de elite como el golfista Sergio García, el tenista Roberto Bautista, el jugador de voleibol Pablo Herrera y tantos otros que han exhibido su castellonerismo por el mundo.

En el plano social la evolución ha sido evidente. El «bou al carrer» se mantiene como una tradición imperecedera con centenares de exhibiciones todo el año que convierten a Castelló en un referente taurino. De Castelló también fue la primera web que se diseñó en España. Y tampoco se puede olvidar el foco turístico que suponen los festivales musicales, principalmente el FIB, el Arenal Sound y el Rototom, sin menoscabo de cuantas actividades culturales de primer nivel se han ofrecido en los auditorios y teatros de y alrededores, que han visto pasar a Zubin Mehta, Rostropovich, Lorin Maazel, Caballé y Placido Domingo, entre otros.