La transformación de Gandia a efectos urbanísticos ha sido, en una palabra, brutal. Apenas hay espacios públicos que resistan intactos una comparación fotográfica entre 1979 y hoy en día; la mayoría de ellos ha cambiado a mejor. Entre los años 80 y 90 se realizaron obras ya míticas como la pasarela peatonal sobre el río Serpis, los párkings subterráneos, la fachada marítima o el primer edificio del Campus de la UPV, en 1994. Otros años dorados fueron entre 1996 a 2001, con el plan PRUA, un maná de 20 millones de euros en fondos europeos, más otros 16 millones de otras administraciones para cofinanciar proyectos que cambiaron la ciudad de arriba a abajo.

Entre 2008 y 2013 llegaron otros 14 millones de euros de Europa, la Iniciativa Urban, que permitió regenerar barrios hasta entonces algo abandonados como Santa Anna, Beniopa y la plaza El·líptica. Y Gandia siguió avanzando: red municipal de «escoletes», plaza del Tirant, centros de interpretación del marjal y de la Cova del Parpalló... Gandia pudo reencontrarse con su río gracias las obras de canalización del Serpis, a las que siguieron la rehabilitación de la ribera con senderos.

Se fue reformando el paseo Germanies, la arteria que cruza la ciudad de punta a punta, y ahora tiene una imagen uniforme, incluso su estética de «trencadís» se reprodujo después en el paseo del Moll, en el Grau de Gandia, que se abre a la bocana del puerto. En el año 2000 se abrió la Casa de la Cultura, en 2006 se rehabilitó el Teatre Serrano y un año más tarde la plaza del Prado.

Por lo que respecta a la política local, todas las corporaciones en los últimos cuarenta años han sido de mayorías progresistas, excepto la legislatura 2011-15, en la que gobernó el PP con mayoría absoluta, y la primera, entre los años 79 y 83, con Juan Román Catalá, fallecido en 2016, como primer alcalde de la democracia, con la UCD. Y, excepto el paréntesis de los populares en el poder, Gandia siempre ha sido una ciudad de pactos, con el concurso de socialistas y nacionalistas.

En la presente legislatura el Pacte del Serpis da una cómoda mayoría de 15 ediles sobre 25 a PSPV-PSOE, Compromís Més Gandia Unida. Gandia sigue creciendo también en zonas verdes -ahí está la Anella Verda, que rodea toda la ciudad- y entre los hitos ecologistas de los últimos 40 años cabe mencionar la protección de la playa virgen de l'Auir, salvada de la especulación gracias al Pativel, aprobado por el Consell en 2015.

El actual Gobierno local quiere ir más allá y convertir a Gandia en una Smart City, donde las tecnologás ayuden a gestionar los servicios públicos. En la legislatura anterior ya se dieron pasos en este sentido, por ejemplo, la iluminación pública de la ciudad ya es 100% LED, el agua potable se controla con contadores inteligentes, y se inició el proyecto de turismo inteligente para la playa. Además, el Urbalab sigue alfabetizando a la población en internet y en oportunidades de empleo.