Desde 1979, año en el que se celebraron las primeras elecciones municipales democráticas desde el periodo de la democracia republicana, Casinos ha ido transformándose en un pueblo dinámico, acogedor y cada vez más terciarizado. Las diferentes corporaciones municipales han guiado dicho proceso de cambio, en positivo. Casinos se mantiene fiel a sus orígenes: somos un pueblo con un importante sustrato agrario, y al mismo tiempo tenemos un tejido de pequeños empresarios, autónomos y trabajadores asalariados. La industria artesana del turrón es otra de las esencias de nuestro pueblo, que con el paso de los años desde que se reanudó la democracia, ha expandido sus ventas de productos a nivel nacional e internacional. La Feria del Dulce Artesano que se celebra anualmente tiene la vocación de proyectar la artesanía del turrón y las peladillas al mundo entero.

Casinos es, además, una localidad con un rico patrimonio histórico y arqueológico: aljibes, masías y yacimientos de época íbera que testimonian de una prolongada ocupación del territorio casinense. En estos últimos tiempos se han empezado a poner en valor los yacimientos que en un futuro próximo generarán un turismo sostenible a lo largo del tiempo. Desde el punto de vista de las comunicaciones, en estos 40 años de democracia local se han ido mejorando las carreteras locales y autonómicas con incidencia en la población. En el último se prolongó la autovía CV-35 hasta Casinos y se ha mejorado el firme de los caminos rurales.

Por último, quisiera poner en valor a lo largo de estos 40 años de democracia el papel de la juventud de Casinos: la educación pública ha generado varias generaciones de jóvenes cualificados, muchos de los cuales han tenido que emigrar para buscar puestos de trabajo acordes con su formación. Las sinergias de la actual corporación municipal deben enfocarse a crear las condiciones para que Casinos sea un pueblo atractivo para vivir e invertir, y que esa juventud en un futuro regrese a uno de los pueblos más dulces y más íberos que tiene València.