«Cuando realizas un proyecto, depende de tantos factores su supervivencia, que resulta muy difícil prever su futuro», dice en esta entrevista Pepe Gimeno, creador de uno de los iconos más reconocibles de la Comunitat Valenciana: su palmera multicolor. El futuro de este árbol pintado de rojo, azul y amarillo ya va camino de cumplir los 40 años. Ella y Gimeno protagonizan la lámina que Levante-EMV entrega hoy en su colección «Iconos del diseño valenciano. Del 1930 al 2022», en colaboración con València Capital Mundial del Diseño y el Arxiu Valencià del Disseny.

¿Cómo le hicieron el encargo de la Palmera?

En 1987 me llamaron Eduardo Fayos y Almudena Becher del ITVA (Institut Turístic Valencià), organismo dependiente de la Conselleria de Turisme y me propusieron que diseñara un símbolo para dicho instituto. Pensaban que la imagen gráfica que estaban utilizando en aquel momento no era acorde con los valores que debía de transmitir.

¿En qué se inspiró?

Durante la entrevista que mantuvimos, en la que intentaron transmitirme la visión y el posicionamiento de la nueva marca, salió varias veces a colación el buscar un símbolo diferenciador, un símbolo que reflejara el carácter festivo, abierto, alegre y dinámico de nuestra comunidad. Y, si no recuerdo mal, fue Almudena Becher la que propuso como uno de los posibles símbolos, una palmera. Más tarde, de vuelta al estudio, reflexionando sobre lo que habíamos hablado en la entrevista, valoré de manera muy positiva una de las ideas que había surgido durante la conversación, la de la «palmera».

¿Por qué una palmera y esos colores?

Me di cuenta de que la palmera, a pesar de que no es un árbol exclusivo de la Comunitat Valenciana, sí que tiene una presencia muy importante en zonas amplias de nuestro paisaje. Por ejemplo, cuando entras en la Comunitat por la AP7 desde Cataluña durante muchos, muchos kilómetros, ves una vasta extensión verde y llana sobre la que despuntan, con nitidez, cantidad de palmeras. Esa visión es una imagen muy diferenciadora de nuestro paisaje, que se repite en muchas ocasiones y en zonas muy diversas de nuestra geografía. Con respecto a los colores, tenemos la suerte de tener en nuestra bandera unos colores brillantes, alegres y luminosos, como nuestra gente y nuestro paisaje. Era de cajón utilizar el azul, el rojo y el amarillo.

«resulta difícil ver el futuro de un proyecto» Begoña Jorques. València

¿Cuántos bocetos desechó antes?

Una vez elegido el elemento icónico y el cromatismo, lo que más me costó fue concretar su estructura. Debía ser muy sencilla, con muy pocos elementos, dinámica, abierta y que se visualizara con claridad que era una palmera. Esto fue lo más laborioso. La solución vino al sintetizar su silueta con cuatro rasgos de carboncillo en el que el azul sugería la forma del tronco y una de las ramas y los rasgos rojos y amarillos el resto de la copa de la palmera. El resultado parece inmediato y visceral, pero en realidad es fruto de la depuración de decenas de palmeras.

De no haber sido una palmera, ¿qué símbolo representaría hoy a la Comunitat Valenciana?

Junto con mi propuesta de la palmera, el ITVA pudo elegir entre dos propuestas más, un símbolo figurativo sobre un cuadro de Sorolla realizado por Paco Bascuñán y otro símbolo abstracto realizado por Cándido Pérez. Finalmente se decantaron por la palmera.

Siendo el padre de la «criatura», ¿cómo ha visto su crecimiento?

La verdad es que la carrera de obstáculos que ha recorrido este símbolo era impensable imaginarla en el momento de su creación. Primero se utilizó solo como símbolo del ITVA. Al poco tiempo, la Conselleria de Turisme lo fagocitó para su imagen. Más tarde se le agregó el logotipo creado por Mariscal «Mediterránea», lo que provocó que todo el mundo creyera que la palmera era un diseño de Mariscal. Ya en la era post «Mediterránea», la palmera vivió unos años complicados. La introducción de la tecnología digital puso en jaque el contorno rugoso que tenía inicialmente y que sugería un trazo realizado con carboncillo. Al digitalizarla, se creaba una gran cantidad de puntos para dibujar su contorno, lo que la convertía en un documento tan pesado que dificultaba enormemente su uso. Así que, en 1998, la Agència Valenciana de Turisme me pidió que revisara el símbolo para evitar los problemas que planteaba su digitalización. Aquí nace la versión de palmera vectorial que todos conocemos en la actualidad. Más tarde, en 2018, para celebrar el 30 aniversario de la creación de la palmera, Turisme Comunitat Valenciana me pidió que revisára algunos aspectos de la denominación del logo y a su vez, aprovechamos para hacer unos leves retoques a nivel tipográfico y de proporciones.

«resulta difícil ver el futuro de un proyecto»

«resulta difícil ver el futuro de un proyecto» Begoña Jorques. València

¿Qué siente cada vez que lo ve?

Pues, como te puedes imaginar, una alegría. Cuando lo veo, pasan agolpados por mi cabeza un sinfín de momentos vitales. Nunca hubiera imaginado la larga y azarosa vida que le esperaba. Cuando realizas un proyecto depende de tantos factores su supervivencia que resulta muy difícil prever su futuro.

¿Qué es para usted un icono del diseño?

Más allá del significado que podemos encontrar en Wikipedia, para mí un icono es aquello que consigue transmitir un mismo mensaje a públicos muy diversos. Aquel objeto, aquella imagen, aquel signo, que consigue aunar criterios y sensibilidades en un amplio abanico social. De esta manera, el icono se convierte en un modelo a seguir dentro de su ámbito de actuación. Crear algo icónico es realmente difícil de conseguir porque el icono ha de poder convencer y agradar a miradas muy diversas.

¿De qué trabajo se siente más orgulloso?

Los proyectos que realizas son como tus hijos, todos tienen sus valores y a todos ellos has tenido que dedicar mucho cariño, esfuerzo y dedicación. Luego, las circunstancias van conformándolos y decidiendo su futuro. Unos disfrutan de gran reconocimiento y de una larga vida, en cambio otros, por causas muy diversas, caen en el cajón del olvido. En ese sentido te diría que uno de los trabajos, no del que me sienta más orgulloso, pero sí, el que me ha reportado más satisfacciones, ha sido la palmera.

¿Cambia la vida tras un Premio Nacional?

Bueno, el Premio Nacional de Diseño es un gran reconocimiento a la trayectoria profesional y, como tal, pone sobre tus espaldas una etiqueta de calidad que hace que los medios de comunicación, tu entorno y tus clientes te respeten y te valoren especialmente. Como contrapartida, tienes la sensación de que a partir de ese momento te has convertido en infalible, como el Papa. No te puedes permitir el error, pierdes en cierto sentido la libertad de poder equivocarte, cosa que a mí me gusta mucho hacer. Como todo en la vida tiene sus ventajas y sus inconvenientes, y en este caso creo que ganan las ventajas.