Contracorriente

«Me apetecía alejar los cuerpos de la sexualización»

«Empecé terapia hace cuatro años y, para mí, es un lugar de trabajo personal que me carga de herramientas», afirma

Leticia Dolera recupera a las mujeres en crisis en la serie «Vida perfecta».

Leticia Dolera (Barcelona, 1981) vuelve a recuperar a sus mujeres en crisis en la segunda y última temporada de «Vida perfecta», la serie de Movistar+ que le valió dos galardones en el festival de Cannes, el Fotogramas de Plata, un Ondas, dos premios Feroz... y un disgusto por el polémico despido de Aina Clotet por su embarazo. En esta tanda de seis episodios, la ficción reivindica además el desnudo femenino alejándolo del morbo y las connotaciones sexuales y tratándolo con la mayor naturalidad: la propia creadora y protagonista aparece mirándose la vulva. «Me apetecía mucho normalizar nuestro cuerpo», reconoce.

Su personaje, María, empieza la temporada estrenándose como mamá, pero con una depresión postparto. ¿Por qué quiso mostrarlo?

Cuando estaba escribiendo la primera temporada de la serie hace unos cuatro años, cuando ni siquiera sabía si se iba a producir, una amiga me contó que durante el primer año y medio de la vida de su hijo se había arrepentido de ser madre, lo que le había hecho sentir fatal. Me lo explicó cuando el niño ya tenía tres años, y me impactó mucho que alguien con la que comparto casi todo no pudiera contármelo antes, que lo viviera sola. Cuando Movistar+ me propuso hacer la segunda temporada me vino la historia de mi amiga. Además, creo que encajaba muy bien con María.

¿Por qué?

Porque en la primera la dejan y se rompe su idea de vida perfecta, su plan de vida, pero le pasan tantas cosas después que no le da tiempo a pasar un duelo por esa pareja y esa idea de familia perdida. Y de repente se encuentra con una maternidad que no era como había pensado.

María llega a decir que no le sale ser madre.

Es lo que siente. Está desconectada de su hijo porque todavía no ha hecho el duelo, no ha pasado ese dolor por todo lo que ha vivido en el último año. Además, vive en un contexto social y cultural donde lo que se le comunica es que una mujer tiene que estar entregada a su hijo. Te he contado la historia de mi amiga, pero para escribir esta segunda temporada nos documentamos mucho, hablamos con muchas madres y vimos que es supercomún transitar por donde transita María. Y lo que también me sorprendió, y por eso está en el guion, es que muchas mujeres tardaron mucho tiempo en ser capaces de mirarse la vulva.

Usted aparece mirándosela en esta temporada, será una escena comentada.

Pues está bien también que hablemos de lo que nos pasa en nuestros coños. Otra vez el tabú de la vulva, que tiene que ser perfecta, eternamente joven. Ahora incluso hay un montón de operaciones. ¡El estado de vulnerabilidad en el que nos sitúa el sistema para que tengamos que llegar a operarnos la vulva para que sea como se nos dice que tiene que ser! Quería hablar de eso y de que las mujeres nos atrevamos a mirarnos la vulva, que son diversas, distintas. Hay tantos modelos como mujeres hay en el mundo.

Aixa Villagrán, que interpreta a su hermana Esther, también tiene una extensa escena de desnudo de cintura para abajo.

Ahí no está el viaje íntimo de conexión con tu propia vulva, ahí lo que me apetecía era normalizar nuestro cuerpo y alejarlo de la sexualización, mostrar un cuerpo femenino lejos del erotismo y del deseo. Naturalizar los cuerpos, que es otra cosa pendiente que tenemos, el tabú con el cuerpo.

Su personaje se somete este año a una terapia para intentar volver a estar en paz consigo misma.

La idea de la terapia me salió de forma muy natural. Para empezar, porque si tienes a un personaje con una depresión postparto tiene que ir a terapia. Y también porque yo empecé una terapia hace cuatro años y, para mí, es un lugar de trabajo personal de autoconocimiento y que me carga de herramientas. Me alegro mucho de que ahora la salud mental forme parte de la agenda mediática y política.

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