Rafael Garrigues Botella, conocido entre los aficionados al gallo combatiente como el tío Rafael, tiene 83 años, es de Carcaixent y lleva desde niño en la sangre la afición por este animal. Es toda una institución en el mundillo. Fue campeón de España a principios de los 80 y todavía añora cuando en su localidad incluso el consistorio colaboraba en la organización de peleas. De hecho, exhibe un cartel anunciador de 1982 en el que el ayuntamiento carcagentino era patrocinador de una competición de estas características, que llegaron a celebrarse hasta mediados de la década de los 90, según recuerda.

Rafael se enorgullece de que precisamente en Carcaixent se haya documentado históricamente la primera gallera de España. «La afición comienza en el siglo XVII, cuando empieza a aparecer algún dinero por los comerciantes castellanos y andaluces que llegaban hasta la localidad por la seda. Se podría decir que los aficionados carcagentinos recibieron un fuerte impulso por la presencia de estos mercaderes. Es en esa época cuando se crea el primer circo gallístico», explica. La segunda gallera, partiendo de las «Efemérides carcagentinas» de Fogués, fue emplazada en la actual calle Julián Ribera, concretamente en 1824. En 1843, se levanta otra en el barrio de Santa Bárbara, mientras que hubo una cuarta en 1852. A éstas se añadieron otras dos más en 1862 y 1872. Rafael ha criado gallos desde los 9 años y defiende con ahínco la vuelta de las peleas: «Si no es así, no tiene sentido». Aunque en su caso no hay ánimo de lucro, tanto él como el resto de criadores reconocen que el valor de un gallo de combate puede llegar a alcanzar los 1.500 euros. Sin embargo, «nosotros los criamos por afición y nada más», concluye. s. vives carcaixent