Solidaridad frente a la fatalidad

Decenas de personas se vuelcan en Alzira con el matrimonio que perdió su piso en un incendio durante las fiestas de Navidad La firma ICFC donde trabaja la afectada la hace fija y el comité de empresa le dona 4.000 euros para afrontar la reconstrucción

SALVA VIVES ALZIRA

La solidaridad como el mejor antídoto frente a la catástrofe. Decenas de personas se han volcado en los últimos días con el matrimonio alcireño formado por Amparo Esteve y José Vicente Martínez, de 50 y 51 años, respectivamente, que vio su piso de la calle Bisbe Gilabert Martí de la capital de la Ribera arrasado en un incendio el pasado 29 de diciembre. Aquel aciago día, en cuestión de minutos, el fuego se llevó por delante 25 años de la vida y los recuerdos de esta pareja. Para rematar la desgracia, no tenían asegurada la vivienda, en la que habían invertido todo su esfuerzo para reformarla hace tres años.

Pero si las llamas se propagaron rápidamente, al infortunio le ha seguido un reguero de reacciones solidarias. Amigos, conocidos, otros no tanto, y hasta la empresa para la que trabaja Amparo y el propio Ayuntamiento de Alzira se han volcado desde el primer momento con el objetivo de que la familia pueda recuperar su hogar. La firma ICFC, donde la afectada estaba como eventual desde hace diez años, ha decidido convertir su contrato en fijo de modo que pueda disponer de una mayor estabilidad económica con la que afrontar la reconstrucción del piso. Asimismo, el comité de empresa le ha donado 4.000 euros de la denominada caja de resistencia, han explicado a este rotativo fuentes del organismo. El consistorio ha puesto a disposición del matrimonio los servicios sociales y medios materiales para el desescombro. De hecho, este mismo jueves, ayudados por un grupo de amigos, empezaron a sacar los restos materiales de la casa.

Agradecimiento profundo

Amparo, que esa semana ha vuelto a pisar su piso por primera vez desde la desgracia, afirma que no encuentra las palabras para agradecer todo lo que están haciendo por ella y su esposo. «Merecen tener nuestra gratitud sincera, pero somos conscientes que nunca será suficiente porque se han portado muy bien», expresa la alcireña con un nudo en la garganta mientras observa los restos calcinados de su hogar con los ojos llorosos.

Aquel día no sólo se le quemó la casa, también perdió objetos de alto valor sentimental. Su amplia biblioteca, una colección de vinilos, cartas familiares e incluso una máquina de coser de su abuela con 100 años de antigüedad. Todo se vio reducido a cenizas. Sin embargo, frente a este cúmulo de desgracias, Amparo se siente reconfortada por el apoyo de la gente. «Nos están haciendo más fácil el inicio de nuestra nueva vida», sentencia aliviada.

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