El vandalismo campa en Tulell

El grosor de los cristales -tipo antidisturbios- no ha impedido que el impacto de las piedras haya dejado su onda expansiva e incluso abierto auténticos boquetes. Declaraciones de amor, felicitaciones o incluso alguna leyenda más profunda -«si se repite muchas veces una mentira se convierte en verdad»- «decoran» las paredes que sustentan esos mismos ventanales. Los patios de luces -por uno de los cuales se precipitó un menor hace un par de semanas- también muestran la huella del vandalismo. Una reja instalada para impedir del paso acumula piedras de todos los tamaños lanzadas contra las cristaleras translúcidas que, justo al lado, han sido literalmente acribilladas. «No tenemos más manos para parar el vandalismo», lamenta el administrador del párking subterráneo de Tulell, José Boluda, que advierte de que a los daños que se aprecian desde la calle, hay que sumar las repetidas visitas de intrusos al interior. Sin ir más lejos, hace unas semanas robaron todo la instalación eléctrica de la fase dos, generando daños por valor de miles de euros. Suma y sigue.

El macroaparcamiento subterráneo de Tulell es hoy un párking casi fantasma. Construido en dos fases que no están comunicadas, una con 1.141 plazas y una segunda con 450 -estaba destinado a atender la demanda de un área de expansión con cabida para más de 7.000 viviendas-, el nivel de ocupación es ínfimo en la primera, mientras que la segunda ni se ha estrenado. Cabe señalar que a través de este aparcamiento se accede a los garajes de las únicas fincas construidas junto al bulevar de Tulell que están ocupadas, las más próximas a la avenida -en este tramo inicial donde también aparcan una docena de vehículos- lo que obliga a mantenerlo operativo.

La falta de uso y el hecho de que a determinadas horas Tulell quede desierto al no haber viviendas, propicia los actos de vandalismo, que afectan al aparcamiento, donde hace un par de años ya se repararon todas las casetas y se retiraron las piedras exteriores de pizarra de las paredes que habían sido arrancadas. La comunidad de propietarios ha llegado a proponer a las autoridades la instalación de cámaras para disuadir a los vándalos, que ahora se ceban con los cristales de las barandillas que cierran los patios de luces, que han sido sustiuidos en muchos casos por otras metálicas, y las grandes ventanas de las casetas de acceso.

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