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La escuela más democrática

Los niños del Sant Antoni Abat de Fortaleny votan en referéndum los temas que desean estudiar

Alumnos del colegio Sant Antoni Abat de Fortaleny que aplica innovaciones pedagógicas. E. Estrada/ R. Dorado

«Porque aquí somos como una familia», «porque aquí soy feliz» o simplemente «porque sí». Son algunas de las razones que los alumnos de Infantil y Primaria del aulario del Sant Antoni Abat de Fortaleny, perteneciente al Centro Rural Agrupado (CRA) Ribera Baixa, dan en un emotivo vídeo elaborado con la colaboración de un padre, Pau Bou. Lo hacen en el marco de una campaña para dar a conocer su centro educativo y lograr aumentar la matrícula de cara al próximo curso incluso con niños de fuera.

Bajo esa premisa, por primera vez en su historia el colegio celebra hoy una jornada de puertas abiertas desde las 9.30 horas hasta las 14 horas. Pretenden que las familias apuesten por llevar allí a sus hijos, de modo que se revierta la actual tendencia de los vecinos de ir a escuelas privadas de fuera.

La calidad pedagógica de sus enseñanzas, su apuesta por la inclusión, los buenos resultados académicos conseguidos, la implicación de todo el pueblo en la educación de los más pequeños, la familiaridad —con pocos alumnos por aula—y un entorno tranquilo constituyen sus fuertes, explica su jefa de estudios, Xusa Franch.

En Fortaleny son apenas 49 alumnos y quieren que su escuela no muera. Hay motivos para desearlo. Pese a ser pequeña, fue pionera en la aplicación de una metodología de trabajo totalmente distinta. Impulsada por la profesora ya fallecida Pilar Sánchez, un icono para la comunidad educativa fortaleñera, llevan a cabo lo que denominan como «talleres y rincones».

Desde los tres hasta los cinco años, los niños trabajan por proyectos y no tienen libros. Cada uno, dentro de una serie de propuestas, asume la obligación de realizar una determinada tarea al día con la libertad de hacerla cuando quieran y elegir la que más les apetezca. Hay talleres de matemáticas y letras apoyados por docentes y en el resto —peluquería salud, juegos de mesa, etc.— van por libre.

La autonomía y el protagonismo de los pequeños en su proceso educativo es tal que incluso ellos eligen los temas que quieren estudiar mediante referéndums sobre contenidos que los propios niños proponen para su votación. «Ahora estamos dando las hormigas y ellos lo han decidido democráticamente», explica Franch, quien añade que de lo que se trata es «se sientan a gusto y vean la escuela un lugar al que ir a divertirse y no como una obligación».

El CRA les favorece

La constitución este curso del CRA junto con la escuela Sant Blai de Llaurí garantiza por ahora su futuro. Al ser más, se les tiene más en cuenta. De cara al próximo curso, ocho plazas docentes serán definitivas, lo que aportará una mayor estabilidad al proyecto educativo. «Nos ha beneficiado mucho agruparnos. Eso nos salva y creo que todas las escuelas rurales deberían hacer lo mismo», concluyen.

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