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apuntes

Campillo, un ser de cercanías

El sabio Francisco Umbral decía sentirse mejor entre lejanías. La política -como la vida- oscila entre lo lejano y lo cercano. Algunas siglas nos resultan demasiado displicentes, mientras otras, en cambio, expresan una cercanía semejante a la familiar. Cualquier político debería vincularse estrechamente con la ciudadanía. En cambio, esto sólo ocurre cuando -como ahora- se acercan elecciones. No todos los políticos son iguales. Ni tampoco tan lejanos. Salvador Campillo, alcalde de Sueca, ha recibido en su despacho a más de 5.000 almas, cargadas de dudas, dificultades e inseguridades. Tal hecho -por inaudito-engrandece a este alcalde capaz de convertir el ayuntamiento en una concurrida estación de metro. Un gesto de notable ejemplaridad pública que debería universalizarse hasta convertirse en exigencia gubernamental.

Este alcalde sirve de referente moral- ha manifestado en diversos foros que siempre se rodea de gente mejor que él. Otro rasgo definitorio de esa cercanía imprescindible para trabajar en equipo, difícilmente conseguible si quien ocupa el «poder» se encierra sin aceptar otras perspectivas e ideas.

El valor de la humildad se ha desgastado por un yo embriagado de poder, dinero y delirante. Un mal moral alejado de Campillo, que, siguiendo un sentido común aplastante, ha dignificado Sueca alejándose de obras faraónicas y mausoleos propios de quienes desean perpetuarse, y reforzar su ego, con políticas lejanas a las necesidades del hombre de carne y hueso.

Sirva como ejemplo uno de los proyectos más interesantes -a mi modo de ver- del GISPM. Crear una oficina de mediación que permita resolver conflictos entre ciudadanos sin acudir a los tribunales. Esto podría ejecutarse desde una economía doméstica, modesta, a razón de 40 ó 50 euros la sesión. Los entendidos garantizan que bastarían siete u ocho sesiones por caso. En una línea de corte similar, Campillo desea minimizar conflictos familiares a través de un punto de encuentro, en donde se pueda disfrutar de los hijos sin desplazarse hasta Gandía, como ocurre ahora.

Como ven, políticas de tú a tú sólo realizables desde una cercanía inusual. Aunque uno sea un ser de lejanías, poco amigo de mojarse en política local, animo a meditar sobre lo aquí expuesto. Los intelectuales debemos comprometernos. Y a mí me gustan las cercanías de este alcalde, Salvador Campillo.

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