Las crisis económicas sirven a las élites dominantes para promover contextos en los que con la modificación del lenguaje impregnan a la sociedad de conceptos desideologizados y difusos.

Ideas como que las clases sociales no existen «todos somos ciudadanos o gentes». La dicotomía derecha e izquierda está superada y el análisis de la realidad, teniendo en cuenta estas dos posiciones contrapuestas esta errado y no entra dentro del marco de la modernidad. La clase trabajadora y la conciencia de clase son valores en desuso y propios del siglo pasado, etc.

Este lenguaje interesado pretende uniformizar al conjunto de la sociedad y en particular a los trabajadores. Pero las palabras no modifican la realidad de las cosas, durante esta última legislatura, la derecha ha sido consecuente con sus principios ideológicos y sus lealtades hacia la minoría dominante en este país, que a través de su instrumento político ha aplicado.

Un intento de laminación del sindicalismo de clase (especialmente de UGT). El desmantelamiento de la negociación colectiva, empujando a millares de trabajadores al precariado (salarios por debajo de los 1000 euros) o a la pobreza y la exclusión social. El empobrecimiento y abandono de la educación pública en detrimento de la concertada, los hijos de los trabajadores, ante el deterioro de la enseñanza y el incremento del fracaso escolar, se convierten en carne de cañón, para ejercer los trabajos peor remunerados. Estas situaciones más los recortes generalizados y una corrupción que ha alcanzado límites escandalosos ha llevado a importantes sectores de trabajadores y de la juventud más consciente a apostar por un cambio político en mayo.

Los nuevos gobernantes de la Generalitat no deberían perder la perspectiva de que el eje fundamental para que se produjera este cambio en las instituciones, es la expectativa puesta en la creación de puestos de trabajo y en la mejora de la economía.Este objetivo a alcanzar no se puede producir con marketing y políticas de gestos cara a la galería que ilusionan a corto plazo, pero que pueden producir desencanto y frustración, si desde los trabajadores no se ven respuestas al problema acuciante del desempleo.

La Generalitat de los Valencianos con competencias en materia social y laboral, debe trabajar por: un cambio en el modelo económico y productivo, no como una declaración de principios, sino como un proyecto estratégico de futuro. El modelo Briatore de sol y playa y la construcción sin freno se ha demostrado como un proyecto agotado. Apoyo a la industria en general y a las pymes en particular, con incentivos a la contratación indefinida y mejoras dirigidas al aumento de la actividad. Regulación de las ETT, con el fin de frenar el uso y abuso que algunas de ellas ejercen en el campo valenciano. Sector tradicional de nuestra economía. Desarrollo de las infraestructuras, que hagan salir a la Comunidad Valenciana de su aislamiento industrial, etc. Esta nueva estación política que ha comenzado debe poner la economía al servicio del pueblo valenciano y ser el centro de la acción del Consell. Desde la UGT Comarcal esperamos que así sea y como dice el título de este artículo avancemos, por el bien de nuestra tierra, de los trabajadores y de nuestro pueblo.