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Propietarios condenados a pagar contribución urbana por parcelas que tenían actividad agraria

La mayor parte de estos suelos o bien se quedaron a medias en su proceso de transformación urbanística dando lugar a unos espacios singulares que el profesor Eugenio Burriel denomina «desiertos urbanizados» o no han conocido actuación alguna y permanecen como rústicos a la espera de una nueva coyuntura inmobiliaria. En ocasiones el desarrollo se limita al trazado y asfaltado del viario aunque con mucha frecuencia son espacios dotados de infraestructura urbana completa, incluyendo canalizaciones de servicios, alumbrado público y hasta ajardinamiento y mobiliario urbano. Pero en conjunto son espacios desolados y la imagen más expresiva de lo que significó la burbuja inmobiliaria. Otros están en situación de abandono al cesar la actividad agraria por las expectativas de plusvalía suscitadas en su momento. Son suelos clasificados como urbanizables residenciales que permanecen en estado rústico. Para los propietarios se han perdido los ingresos de la actividad agraria y se ha aumentado la tributación por el impuesto porque las parcelas pasaron a convertirse en urbanas a efectos catastrales. Por ello son muchos los propietarios que piden a los ayuntamientos una desclasificación de sus propiedades ante la perspectiva de muchos años de pago de IBI urbano sin la posible compensación de la plusvalía de su desarrollo urbanístico.

Así, una parte de este gran stock de suelo pendiente de desarrollo urbanístico está «cautivo», improductivo entre un pasado agrario y un futuro sin perspectivas de construir. c. alós alzira

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