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De Algemesí a la cima Lenin

Una expedición de alpinistas valencianos ascendieron 7.134 metros para coronar una cumbre en Kirguistán

De Algemesí a la cima Lenin

Durante el pasado mes de julio, 13 montañeros valencianos participaron en una expedición a la cima Lenin (Kirguistán), una de las más altas de la antigua URSS. Joanma Romero, miembro del Col·lectiu d'Amics Muntanyencs d'Algemesí (CAMA) logró junto a cuatro miembros del equipo coronar la montaña.

No era la primera vez para Romero, apenas tres años antes había renunciado a escasos 200 metros de alcanzar la misma cima. Conocía el terreno, sabía la ruta y dónde instalar el campamento así que no dudó ni un instante cuando Javier Botella, «un erudito de la montaña, además de médico y experto en el campo de hipoxia», explica el algemesinense, le propuso apuntarse a 15 días del comienzo del viaje.

«Todavía recuerdo el nudo en el estómago», rememora Romero, «no tanto por quitarme la espinita sino por los compañeros de viaje que iba a tener», matiza.

La cima Lenin -cuyo nombre recuerda su etapa soviética- está situada en la República de Kirguistán, en Asia central. De su climatología destaca que está cubierta de nieve durante todo el año y que, para su ascensión, es necesario cruzar inmensos glaciares. Precisamente en julio la nieve y el hielo son muy estables debido a las bajas temperaturas nocturnas, de ahí que sea un época ideal para programar una expedición. Aunque, por contra, los glaciares son más peligrosos por la cantidad de grietas que puede haber.

Factor psicológico

¿Qué empuja a una persona a continuar ascendiendo? Pese a las temperaturas extremas, la gastroenteritis, las fiebres, los herpes labiales. ¿A qué se agarran?

Romero señala tres requisitos: la preparación física, la capacidad de aclimatarse y el aspecto psicológico. A menudo, apunta, no se tiene en cuenta este último factor. A él, en particular, le ayudó pensar en el grupo, «el apoyo del equipo fue fundamental», explica.

Romero admite que se sintió muy afortunado cuando Botella le sugirió que participara en la expedición durante una cena organizada por el club de montaña algemesinense. «Todos eran eminencias, gente muy preparada de la cual aprendí muchísimo».

Este bombero de profesión, aficionado al alpinismo hasta límites insospechados, apunta que «subir 7.000 metros no es algo que se haga de un día para otro, se trata de una progresión, empiezas con 3.000, pasas a los 4.000 y así hasta que te sientes preparado para aspirar al siguiente nivel».

Durante los 24 días que duró la expedición, 16 fueron exclusivamente en la montaña. «Teníamos la suerte de que tres personas del equipo eran médicos y tenían material para proceder a realizar una intervención quirúrgica si llegado el momento era necesario», relata. La ruta, por suerte, no revistió ningún accidente de gravedad aunque Carlos Tudela, otro de los miembros de la expedición, sí necesitó de una infiltración para aliviar la tensión muscular que había acumulado resultado de un pinzamiento nervioso.

Más peligroso

El paisaje había cambiado respecto a la anterior visita, las grietas eran más grandes, había más nieve, más hielo. Resultaba más peligroso, explica el alpinista ribereño. «Cuando alcanzas la cima no puedes ni llorar, te abrazas, te haces la foto de rigor y te dispones a bajar de inmediato». Coronar la montaña es la mitad del trayecto, en concreto el equipo valenciano tardó 12 horas en subir y 6 horas en descender.

Ayer sábado, 14 de noviembre, presentaron un documental sobre la expedición en la Casa Cantonera de Algemesí. Joanma Romero se llevó al Kirguistán tres cámaras y como resultado ha realizado una especie de documental que muestra cómo vivieron la experiencia.

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