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Veinte años de vertebración comarcal

Mañana se cumplen dos décadas de la sesión constitutiva de la Mancomunitat de la Ribera Alta que hoy integra a los 35 municipios de la comarca

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La recogida selectiva de residuos, la formación permanente a adultos o los servicios sociales y de protección a la infancia son prestaciones mancomunadas en la Ribera Alta. O lo que es lo mismo, ofrecidas para todos los municipios interesados y sufragadas en común. Hace 20 años la oferta de estos y otros tantos servicios comarcales era más cara o simplemente inexistente: plástico, cartón y vidrio se confundían en un mismo contenedor de la misma manera que las limitaciones del presupuesto impedían ofrecer asistencia social directa de calidad en los municipios más pequeños. La herramienta fundamental en este proceso de cambio ha sido la Mancomunitat de la Ribera Alta, una institución que mañana cumple dos décadas de gestión y oficio en el objetivo de contribuir a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos de la comarca.

Más de 220.000 habitantes se benefician en la actualidad de los servicios de esta entidad supramunicipal, la primera de la Comunitat Valenciana en número de ayuntamientos integrados con 35 y la cuarta por población atendida.

Menos conocido es que la vocación de comunidad y servicio que preside la Mancomunitat nace como resultado de un proyecto más amplio, que pretendía dar solución a las aspiraciones políticas de la comarca y al sentimiento de comunidad de sus ciudadanos, que actualizó la pantanada de Tous. Tras varios intentos fallidos de unión comarcal en los años ochenta, Francesc Signes, alcalde socialista de l'Alcúdia, fue capaz en 1992 de reunir el acuerdo suficiente para arrancar el compromiso de los ayuntamientos de poner en marcha la entidad. Hicieron falta al menos tres asambleas municipales antes de hacerlo posible. Y merece la pena remontarse a aquellas reuniones multitudinarias, de debates interminables, con asistencia y votación de más de 300 cargos electos -el 80% de los concejales de la comarca- para comprender la dificultad del proceso y del valor del consenso que hizo posible el nacimiento de la institución.

La paternidad de la entidad es compartida por su impulsor, Francesc Signes, y los responsables de los muy debatidos estatutos de la Mancomunitat, cuya redacción fue delegada a todos los partidos con representación en la comarca: Emili Gregori, alcalde de Algemesí y Aureli Sansixto, concejal de Carlet (PSOE); Mª Ángeles Crespo, concejal de Carlet y Xavier Cebriá, concejal de l'Alcúdia (PP); Vicent Choví, alcalde de Benifaió y Rafael Navarro, concejal de Carcaixent (UV); Domingo Morcillo, alcalde de Alberic y Enric Pérez, concejal en Alzira (EU), y Gerard Donat, concejal de Alfarp y Pere Calpe, concejal de Algemesí (UPV), con la asistencia del que entonces era secretario de l'Alcúdia, Jesús Ribes, y posteriormente de la Mancomunitat.

El Ayuntamiento de l'Alcúdia acogía el 11 de enero de 1996 la sesión constitutiva de esta asociación de entidades locales para desarrollar «todos aquellos servicios y recursos que necesiten los municipios» pero también para «velar por el ámbito comarcal, entendiendo y vertebrando la comarca como una comunidad natural, histórica, integrada e integradora». 22 de los 35 municipios de la Ribera Alta se adhirieron inicialmente a esta primera fase de la Mancomunitat, que se proponía como una solución transitoria, en tanto no se desarrollara una ley de comarcalización que cediera el poder a las comarcas, según preveía el Estatut de Autonomia. La ausencia de determinados servicios y el menor peso ejecutivo de la institución frente a las posibilidades de una reestructuración comarcal del territorio fueron los motivos argumentados por los municipios disidentes. Una ausencia temporal, pues todos los ayuntamientos se han incorporado con posterioridad a la Mancomunitat en un proceso que culminó el 2005 con la adhesión de Catadau.

Responsables políticos de larga trayectoria en la comarca como Francisco Blasco, Elena Bastidas, Pepe Alemany y Emili Gregori participaron, entre otros, en la primera junta de gobierno de la Mancomunitat, el órgano supremo de decisión de la entidad, en febrero de 1996. Esta sesión inaugural reprodujo una de las singularidades de la institución: el alto grado de consenso con el que se han adoptado la mayoría de las decisiones y participación de representantes de todos los grupos políticos en las juntas de gobierno, tal como exigen los estatutos.

En los siguientes meses comenzaron a planificarse y desarrollarse los servicios que dotarían de sentido a la institución. Un ente tan desconocido en inicio para los ciudadanos como para dar lugar a situaciones estrambóticas: los primeros gestores recuerdan las dificultades con las que tropezaron para alquilar un inmueble que ejerciera de sede dadas las suspicacias de los arrendadores, que asociaban el término 'mancomunitat' a una organización sectaria.

Cuatro sedes ha tenido en estas dos décadas la entidad en l'Alcúdia y Alzira hasta poder ubicarse en espacio definitivo, un moderno edificio bioclimático, construido específicamente para la corporación en Alzira y operativo desde 2010.

En la actualidad, tras 20 años de gestión, la Mancomunitat es un ente administrativo plenamente consolidado que ofrece más de 25 prestaciones concretas en gestión municipal (equipos comunes, archivo, grúa, multas, suministro de agua), medio ambiente (recogida de residuos, animales abandonados, informes técnicos), servicios sociales (asistencia directa, protección de menores en riesgo, dependencia, prevención de drogodependencias, atención al consumidor) o cultura (estudios comarcales, promoción del valenciano, formación de adultos, educación vial). A ellos cabe sumar los derivados de los organismos especializados Riberaturisme (promoción turística), Pacto Territorial por el Empleo en la Ribera (desarrollo económico) y la Agencia Energética de la Ribera (ahorro energético y energías renovables). Estos departamentos, integrados hoy en el Consorcio de la Ribera (que también da servicio a la Mancomunitat de la Ribera Baixa) nacieron al calor de los programas y fondos europeos que la Mancomunitat canaliza regularmente en la forma de planes de acción específicos en la comarca (empleo, formación, energía, cultura, medio ambiente, protección civil).

La conquista de estos servicios se ha producido en cuatro etapas, bajo las presidencias de Francesc Signes (1996-2001) del PSPV (l'Alcúdia); Matilde Ferrà (2001 -2003), del Bloc (Benifaió); Joaquín Martín (2003-2007) del PP (l'Alcúdia); Rosa Sebastià (2007-2011), del PP (Algemesí) y Cristobal García (2011-2015) del PP (Tous).

Un proceso no siempre tranquilo, pendiente de las concepciones cambiantes sobre el papel de las mancomunidades y la estructura organizativa de los territorios, la diferente legislación y los vaivenes financieros en la administración local exigidos por la crisis. Frente a la incertidumbre pasada, la Mancomunitat navega hoy por aguas calmadas y con perspectivas de desarrollo, materializadas en el compromiso de apoyo político y financiero de las administraciones autonómica y provincial con las entidades supramunicipales valencianas.

El reto de continuar y perfeccionar el proyecto de la Mancomunitat de la Ribera Alta recae desde el pasado mes de septiembre en la figura de Txema Peláez, alcalde de Sumacàrcer por el PSPV.

Peláez aspira a optimizar y ampliar la cartera de servicios. En el horizonte inmediato están la recogida total de residuos urbanos (fracción orgánica y fracción resta), la limpieza viaria automatizada, servicios de administración electrónica para pequeños municipios, un portal de transparencia a nivel comarcal o la posibilidad de una policía con capacidad de acción supramunicipal que mejore la solución de incidencias comunes.

La cohesión de la comarca a través de la promoción cultural será otro de los retos de esta etapa. «La cuarta pata de la mesa», en palabras de Peláez, que pretende mancomunar iniciativas culturales a beneficio de los municipios a través del Consorcio de la Ribera, completando con el departamento de Cultura los ya existentes en Turismo, Empleo y Energía.

Bajo el mandato del nuevo presidente también tendrá lugar la organización y celebración de los eventos con los que la entidad quiere celebrar su vigésimo aniversario. Una oportunidad para acercar la institución a los ciudadanos que no se quiere desaprovechar, y que se materializará, entre otros, en un torneo especial de pelota valenciana, publicaciones, conciertos de música, exposiciones, un concurso de fotografía o un documental para televisión y que culminará con un encuentro internacional de mancomunidades en el que se pretende exponer, reivindicar y poner en valor la contribución de estos entes supramunicipales en la atención de proximidad al ciudadano.

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