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La vida tras el corredor de la muerte

Joaquín José Martínez revive con la anulación de la condena del español Pablo Ibar su experiencia en Florida en el año 2001

El primer recuerdo que afloró a la mente de Joaquín José Martínez al conocer la anulación de la condena de Pablo Ibar fue la llamada del cónsul a la cárcel para comunicarle que se había anulado su pena capital. Martínez, que permaneció tres años en el corredor, relata que su salida coincidió en el tiempo con la entrada de Pablo Ibar que, según señala, ocupó su misma celda. «El padre de Pablo y su mujer, Tanya, estuvieron en mi juicio el día que me declararon no culpable y para ellos era una alegría saber que era posible», comenta Joaquín José, que asegura sentirse impactado de ver «cómo está aguantando» Ibar en el corredor de la muerte después de quince años en él y casi 22 preso. «Yo no podría haber aguantando tanto, allí dentro es una locura», comenta, mientras señala que después de catorce años en libertad ha empezado a superar algunas secuelas que le dejó el paso por el corredor, aunque no todas. Asimila mejor los viajes a EE UU, donde tiene dos hijas; los momentos en que se quedaba absorto y con la mente en blanco parecen haber quedado atrás; ya no se detiene cuando llega a una puerta a esperar que alguien se la abra, pero no soporta ni las bombillas que le recuerdan la iluminación de las celdas -y los bajones de tensión cuando se activaba la silla eléctrica- ni el sonido de las cadenas que escuchaba cuando entraban los vigilantes en busca de algún preso.

Martínez ve similitudes entre su proceso y el de Pablo Ibar, pero también diferencias importantes, y tiene claro que si bien la anulación de la pena de muerte es un paso crucial, «para nada ha acabado, tiene por delante un proceso muy largo», advierte. Hace un llamamiento a los medios de comunicación y políticos para que arropen al último español que quedaba en el corredor de la muerte y para que, a la espera del recurso de la Fiscalía, el proceso no vuelva a sufrir un parón.

«Que haya tardado tanto me preocupa, todos podríamos haber hecho más»

La noticia es una alegría, pero haber tardado tanto tiempo preocupa. Esto se podría haber logrado mucho antes, podríamos haber hecho todos, y me incluyo en eso, un poco más. ¿Por qué ha tardado tanto esto? No quiero señalar a nadie, pero a partir de ahora tenemos que cambiar todos el chip. Es lo que más me preocupa, que todo se frene. La noticia me pilló por sorpresa, un amigo de Valencia me la comunicó; la había estado esperando durante tanto tiempo... hace unos años salió una noticia errónea, y ya me había hecho la ilusión. Al poco tiempo llamé a Cándido, el padre, y estaba muy emocionado. Lloramos los dos. Hizo unos comentarios sobre mi padre muy positivos, me comentó que aún les falta mucho y agradeció todo lo que estábamos haciendo en España. Ellos han tenido mucha ilusión, mucha fe desde el primer día que yo salí del corredor. El padre de Pablo y la mujer de Pablo Ibar, Tanya, estuvieron en mi juicio el día que me dijeron no culpable, y eso para ellos era una alegría saber que era posible.

«Lo que más me impacta es cómo está aguantado, yo creo que no podría»

Pablo Ibar lleva tantos años en el corredor como yo en libertad, cuando uno sale el otro entra. En ese tiempo yo he podido rehacer mi vida y él ha podido conseguir un nuevo juicio, porque aún le falta el juicio. Ves que lleva quince años y aún no ha acabado y lo que más me impacta es cómo está aguantando. Yo no podría haber aguantado tanto, no creo, no sé. Yo estuve cinco años y medio en la cárcel, de ellos tres en el corredor. Pablo lleva quince y aún tiene que volver al condado y empezar de cero. La fiscalía ha presentado un recurso contra la anulación de la condena porque hay una votación cuatro a tres, en mi caso la votación fue siete a cero, le han concedido un nuevo juicio pero hay tres jueces que aún tienen dudas. Me dicen que mi caso y el de Pablo son similares y es verdad que hay coincidencias, pero también grandes diferencias. Lo que más me llama la atención es el tiempo que ha pasado y el que aún tiene que pasar. Además, él se enteró por un preso que había escuchado la noticia y al día siguiente le fue a visitarle el abogado. ¿Qué me estás contando? Mi sentencia se anula a las 11,30 hora de EE UU, y no eran las dos y me estaba llamando el cónsul. Ese día ya hablamos de Pablo. Dos horas después me estaba llamando mi abogado. Ahi está la diferencias a las que me refiero, que me chocan.

«Los políticos españoles tienen que hacer ver al Estado americano que está arropado»

Quiero hacer un llamamiento a los medios de comunicación y a los políticos, que se involucren un poco más. Mi padre, en paz descanse, decía: 'lo tuyo, Joaquín, fue increible, es la primera vez que todos se pusieron de acuerdo». Cuando vinieron todos los senadores a verme al corredor y a mi segundo juicio, verles juntos fue una alegría. Lo que podemos hacer ahora mismo los creyentes es rezar, como hicieron por mi, enviar una carta de ánimo cuando salga del corredor, pero los que más poder tienen, y lo sé yo en primera persona, son los políticos, tienen que preparar otra visita fuera del corredor y dejar ver al Estado americano que este chico está arropado, como estuve yo.

«Hoy hay menos posibilidades de que un inocente entre en el corredor de la muerte»

Yo pensaba que sería la corte anterior la que anulara la sentencia, porque esta corte ya había confirmado la sentencia antes. Me alegra, pero me sorprende. Esperaba que se hubiese resuelto mucho antes. Lo que dice la Corte Suprema ahora es que, con las pruebas que tiene, no tiene suficiente para condenarle. Pero yo digo una cosa, si volviésemos atrás, cuando condenaron a Pablo, no le quitarían la pena de muerte, pero hace 18 años esas pruebas eran suficiente, no es como hoy. Hoy hay un poco más de cuidado, hay menos posibilidades de que un inocente entre el corredor de la muerte, hay más seguridad, están todos bajo lupa. A mi me condenan a muerte en 1997 y en cuatro años yo gano el nuevo juicio. Hoy, si Pablo Ibar empieza un nuevo juicio, con las pruebas que tienen, lo ganaría. ¿Un video borroso para condenar a muerte con toda la que está cayendo en EE UU y en Florida en particular? En cualquier momento se aprobará una moratoria de la pena de muerte en Florida.

«No puedo con el sonido de las cadenas y en mi casa tampoco tengo bombillas»

Lo voy superando, hay cosas que sí y otras que no. Yo no podía vivir en un apartamento en la planta baja por los barrotes en las ventanas y ahora empiezo a superar eso. Al llegar a una puerta tenía que esperar a que alguien me abriera y también va mucho mejor. Como. También esos momentos que me quedaba en blanco pensando en algo del corredor me dicen que ya no me pasa. Asimilo un poco más los viajes a EE UU, pero no puedo con los sonidos de las cadenas. Cuando escuchaba las cadenas es que venían los vigilantes a por alguno bien para ejecutarlo, para pegarle o hacer una revisión de la celda. En un pabellón de silencio, lo primero que escuchaba yo era el tintineo de las cadenas, aún se me ponen los vellos de punta. Por lo que respecta a la luces, sigo teniendo alógenos en casa y leds, no tengo bombillas, ni la del exterior. En la celda tenía una bombilla, una luz muerta.

«Cuando entré en el corredor seguía creyendo en la pena de muerte, pero es injustificable»

La pena de muerte es injustificable del todo. Cuando entré en el corredor seguía creyendo en la pena de muerte, pero fue ver la cara de los comapañeros y de sus familiares y lo que le ocurrió a mi amigo Frank Smith? Él es el responsable de que cambiara mi punto de vista sobre la pena de muerte. Había estado 19 años condenado a muerte por el asesinato y violación de una niña de 11 años, sin una carta, sin visitas, no tenía a nadie. Se pasó toda la vida en el corredor pidiendo que le hicieran las pruebas de ADN. ¡Le pegaban unas palizas! Un día no volvió. Antes de irme al nuevo juicio pasé por la enfermería y allí estaba en una camilla, encadenado de manos y piernas y superdelgado, le saludé y no me reconoció. Estaba apagado, enfermo de cáncer. Me dio mucha pena verle ahí y más aún cuando después de morir -murió de cancer, no ejecutado- se descubrió que era inocente, y en ese momento dije, hasta aquí. Ya no es lo que le han hecho a José Joaquín, ya no son los familiares de los que están ahi, cuando ves a una persona que te ha llegado tanto al alma como este chico?.

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