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Acerada crítica social, costumbrista y moral

En su juventud actuó en fiestas de barrio, básicamente en zonas humildes y muchos destacan su condición humana

Pasqualet «es un hombre de pueblo, que sin salir de Sueca consigue triunfar en su localidad, en Valencia y en todas las poblaciones donde plantó fallas», destaca el periodista y miembro de l'Associació d'Estudis Fallers, Joan Castelló, en su libro «Pasqual Carrasquer: creador de falles» (Carena editors).

Realiza un modelo de monumento que tiene éxito en los años 50 y 60 de gran crítica social, costumbrista y moral. En Félix Pizcueta y Cirilo Amorós de Valencia gana el primer premio de la sección primera y el galardón de ingenio y gracia. Después, sus esculturas de madera y cartón, donde nunca faltaban alegorías a nabos, plátanos, pimientos, higos o tomates, al estilo de la literatura satírica de Bernat i Baldoví, también logran ser reconocidas en ciudades de gran tradición fallera como Gandia, Alzira y Cullera.

Más allá de la condición de artista, Pasqualet ha atesorado una gran calidad humana colaborando desinteresadamente allá donde se le ha necesitado. En su juventud actuó en fiestas de barrio, básicamente en zonas humildes. La pólvora es otra de sus pasiones. Por ello, en los últimos años ha colaborado como pirotécnico en pequeñas celebraciones de la índole más diversa.

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