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Los temporales marinos destrozan la cosecha pero desinfectan la tierra

El riego, tantas veces involuntario, con agua salada acaba con los hongos y las bacterias nocivas

«Prácticamente todos los agricultores utilizamos medidores de sal porque uno de los problemas que hay es que el agua de procedencia marina siempre va por abajo, y cuando pones el motor en marcha, cuando vienes a darte cuenta ya la tienes en el campo», cuenta Jordi Sanjaime, agricultor de El Mareny de Barraquetes y exsecretario comarcal de La Unió de Llauradors. Y como la experiencia hace maestros, Sanjaime incide en que uno de los detectores más infalibles es su aspecto, «si es transparente y cristalina, es que contiene sal». En el Mareny el problema es menor que en El Perelló donde, según Villegas, «ha habido años que el agua ha llegado a dañar parte importante de la cosecha». Sanjaime recuerda que la cosecha quedó destrozada hace unos años por un temporal del mar que inundó los campos. «Sin embargo, los cultivos posteriores tuvieron excelente producción» cuenta, porque «un riego de agua salada mata automáticamente el cultivo, pero de igual manera arrasa con todos los microorganismos, lo que de alguna manera desinfecta la tierra de hongos y bacterias nocivas».

Como en el caso de El Perelló, las inundaciones periódicas de los campos de arroz frenan la intrusión de agua marina en El Mareny. «Cuando levanta la tramontana o algún temporal, a excepción del de levante, suele salar la salida de la acequia Mayor en la Gola del Rei», apunta Sanjaime. No causa graves problemas por el efecto de arrastre que provoca el agua procedente de los arrozales. Aún así, «el agua salada llega a la altura de la discoteca Chocolate, y eso que hay dos paradas en la acequia Mayor o Sequial, que si no estuvieran llegaría hasta la piscina de Sueca», observa el agricultor mareñero. Ambos labradores coinciden en que alguna vez ha ocurrido que en los motores de riego se haya colado algún golpe de mar, y ha afectado al cultivo en cuestión perdiendo éste vigorosidad. «Pero se ha podido recuperar si después se han regado con agua dulce», explican.

La zona desde la Ratlla del Terme, divisoria entre Sueca y Cullera, hasta la montaña riegan por el sistema de presa, con el líquido elemento procedente directamente del río. «Es diferente a nuestros motores de riego que impulsan el agua de las acequias, sobre todo las que están más próximas al mar, donde ha habido problemas puntuales», apunta Sanjaime.

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