La Semana Santa de Alzira ya no es una desconocida. Su evolución en apenas unas décadas le ha permido situarse entre las grandes. Algunas de sus singularidades, especialmente los doseles, la han convertido en un referente nacinal. El grado de espectacularidad y perfección alcanzado al construir estos decorados es elogiado unánimemente y sorprende al visitante. En los primeros días de la Semana Santa podría decirse que se ha registrado más movimiento para visitar estos monumentos de escenografía sacra que para observar los traslados nocturnos. Gozan de un público entregado que se multiplicará esta noche, antes y despues de que el jurado decida qué cofradía alcanza el honor de ofrecer el mejor dosel.
La competencia es cada vez mayor, pero poco importa. Las cofradías redoblan su ingenio y, sobre todo, su sacrificio para asombrar a los espectadores. Y lo consiguen. Este año los doseles de las hermandades que mayor palmarés acumulan vuelven a ser espectaculares. No es extraño que se formen largas colas ante los domicilios de los clavarios de la Oración de Jesús en el Huerto, la Santa Cena, la Soledad, el Devallament, el Sepulcro o la Dolorosa. Son un espectáculo, un puro placer visual.
Conscientes del tirón popular de los doseles, la Junta de Hermandades y Cofradías de Alzira no dudó en mantener varios de ellos abiertos durante la reciente celebración en Alzira del Encuentro Nacional de Cofradías. Fue un éxito que nadie cuestiona. Junto a ese indudable atractivo, Alzira ofrece un grado de especialización en el sonido de los tambores y timbales que lleva camino de inscribirse en el listado de bienes inmateriales que son Patrimonio de la Humanidad.
Algunos de los desfiles, como el de anoche del Cristo en la Agonía o el Via Crucis de hoy del Sepulcro, también son muy recomendables. Y la última novedad es la iniciativa de subir al pico de la Creu del Cardenal mañana, viernes.
