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La silla busca al rey que la hizo leyenda

Una prueba de carbono 14 datará «la cadira del rei», el sillón ceremonial que ocupó un monarca mientras contemplaba las danzas, para discernir entre tradición popular y realidad

La silla busca al rey que la hizo leyenda

La tradición oral que durante generaciones ha pasado de padres a hijos sobre las populares danzas de Guadassuar narra una leyenda en la que la protagonista es una silla que ocupó un monarca para presenciar las danzas con que le agasajaron vecinos del pueblo. No se sabe muy bien dónde ni tampoco de qué rey se trata. El relato, en las diferentes versiones en que ha derivado, alterna aspectos imposibles desde el punto de vista histórico con otros palpables. La «cadira del rei» existe y, tras muchos años en paradero desconocido, el ayuntamiento se dispone a realizar una prueba de carbono 14 de la mano del Institut Valencià de Conservació i Restauració de Béns Culturals para datar su origen y, acotada la época histórica, tratar de concretar qué monarca la utilizó para presenciar cómodamente las danzas. Un experto de la Universitat de València consultado por el ayuntamiento comentó que se trata de un sillón ceremonial construido con madera de morera que, «como mínimo», se remonta al siglo XVII, explica el alcalde, Salvador Montañana. «No es una leyenda inventada, pero es una leyenda», puntualiza el cronista oficial, Josep Enric Mut.

La tradición oral que recogió en el «Cançoner de Guadassuar» Agustín Roig Barrios, cronista local entre 1954 y 2006, identifica a Jaume I como el rey que dio origen a la leyenda y enmarca el hecho en una visita del monarca «para inaugurar el riego de la Séquia Nova», momento en que se le obsequió con la danza. Mut descarta esta parte del relato que atribuye a que, en el imaginario colectivo, Jaume I «es el que lo hace todo». «Pero es imposible porque cuando viene aqui no queda nadie, vacía este territorio para entregar las siete alquerías a los cristianos porque es una tierra de regadío de buena calidad», apostilla. Paralelamente, el cronista detalla que los especialistas datan las danzas «más bien en el siglo XVII», por lo que difícilmente se pudieron bailar en la época de la conquista (siglo XIII).

Mut considera factible la presencia de Jaume I en Guadassuar «porque la parque izquierda del Xúquer fue ocupada ya en el año 1240, convirtiéndose en frontera antes de la capitulación definitiva de Alzira en 1242», aunque no fuera este monarca quien utilizara el sillón ceremonial que ahora custodia el ayuntamiento, pero ve muy improbable que otro rey visitara la localidad. «Felipe II pasó con todo su séquito porque vino a Valencia a casar a su hijo y estuvo en la comarca antes de ir a Gandia. He buscado el itinerario que realizó para ir a la Murta y viene de Valencia por Catarroja, pasa por Algemesí y llega a Alzira, pero las autoridades de todos los pueblos van a verle y al final de ese año nos dan un privilegio para acabar las obras de la iglesia», relata Josep Enric Mut como ejemplo de la posible relación de la leyenda con un segundo monarca al que, incide el cronista, «Guadassuar pagó su independencia». No obstante, Mut tiene claro que «aqui no viene ningún rey porque no se tenía capacidad para alojar a ningún rey. Pasar sí, porque Guadassuar es un ramal del Camino Real Alginet- Alzira», señala a modo de hipótesis.

La «cadira del rei» recaló en el ayuntamiento hasta que, posiblemente durante alguna reforma, desapareció. «Llega un momento en que modernizan el ayuntamiento a principios del siglo XX, tiran los muebles y lo tiran todo», repasa Mut, que también recuerda que en la década de los sesenta se produjo una nueva etapa de destrucción del patrimonio «por ignorancia» cuando muchas familias vaciaron las cambras de sus casas.

«Cómo salió del ayuntamiento no lo sabemos», apunta Montañana, mientras señala que, hace cinco años aproximadamente, un sobrino de Vicentico «el ceguet», al heredar la casa de su tío soltero, encontró la silla y la ofreció a la anterior corporación. «Tenía la suficiente edad para vincular la silla con la leyenda y gente mayor del pueblo confirmó que era la silla que había estado en el ayuntamiento», explica el alcalde, que considera importante conocer la datación real de la «cadira del rei» para tratar de ligar la leyenda con los hechos reales.

El ayuntamiento está a la espera de que el instituto de restauración desplace a un técnico a tomar muestras para realizar una prueba de carbono 14 que ayude a datar este sillón ceremonial. Montañana comenta que si, como mínimo, se confirma la datación estimada por el profesor de la UV consultado, «el instituto de restauración nos ha dicho que la restaura».

«Todavía se nota que es una madera de peso», comenta, a la vez que Mut señala que al tratarse de morera la carcoma está estabilizada y recuerda que era una madera muy abundante en la época de la seda.

La vinculación de la «cadira del rei» a las danzas de Guadassuar, una tradición muy arraigada que aspira a la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Bienes Inmateriales, ha contribuido a que se conserve este relato oral que, además, no es la única leyenda vinculada al rey y a las danzas. Roig Barrios dedica un apartado del «Cançoner de Guadassuar» a las leyendas de la danza y recoge el relato popular por el que de aquel mismo encuentro con un monarca, en su caso supuestamente Jaume I, arranca la constumbre de que son las mujeres las que eligen a los acompañantes con los que bailan, una tradición que se ha mantenido. La leyenda relata en este caso que un gran número de mujeres solteras de pueblos y alquerías del entorno se quedaban sin acompañante para bailar ante la pasividad de la hueste, caballeros y otros acompañantes del rey que permanecían como espectadores. Al darse cuenta de esta sitación, el rey concedió a las mujeres «a perpetuidad» la gracia de poder elegir al bailador de su agrado. Si la silla hablara?

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