Si hay una cosa que ha provocado que se realicen proyectos como el del voluntariado de salud que se desarrolla en l'Alquerieta es el hecho del aislamiento al que se ven sometidos los barrios periféricos. Tanto la coordinadora del proyecto como los agentes sociales que trabajan con el vecindario destacan la falta de información en la zona: «Aquí no llegan las informaciones de los centros de salud sobre campañas de prevención de enfermedades». Por eso es necesaria su actuación.
Para ello se enseña de todo a los agentes. Entre las nociones que han aprendido este año y que ya comparten con sus vecinos y amigos, Mohamed habla sobre algunos detalles que desconocía: «Muchos de nosotros pensábamos que los niños tenían que ir siempre a un dentista privado, no sabíamos que existían servicios de odontología pediátrica dentro de la sanidad pública; de igual manera tampoco conocíamos de la existencia de pequeñas ayudas económicas en oftalmología, cuando a niños pequeños se les tiene que poner gafas», cuenta.
Quien tiene hijos sabe las preocupaciones que genera, a veces, los padres, por desconocimiento, exageran algunas situaciones, y ahí es donde actúan también los agentes: «Una vecina del barrio», cuenta Antonia, «siempre que su hija tenía fiebre acudía corriendo al hospital, desde los talleres que hacemos nosotros le explicamos que no era necesario, que hay procesos que cualquier persona pasa y que se pueden solucionar en casa».
Además, una de las ideas en las que han profundizado es en conocer cuándo es el momento adecuado para ir a un médico de urgencias y cuándo toca asistir directamente al médico de cabecera; además de intentar eliminar del imaginario colectivo el pensamiento de que si el médico no receta ningún medicamento es porque no actúa adecuadamente.
