El abandono de gran parte de la superficie agroforestal y la invasión masiva de cañas en cauces y ramblas canalizaron la rápida propagación del incendio de Bolbaite, que a mediados de junio quemó más de 1.500 hectáreas en siete términos municipales de la Canal de Navarrés, la Costera y la Ribera. Ésta es una de las conclusiones que recoge el informe de la Fundación Centro de Estudios Ambientales del Meditérraneo (CEAM) encargado por la Conselleria de Medio Ambiente para definir las líneas de actuación dentro del perímetro afectado.

El documento, fruto de las prospecciones desplegadas por los expertos sobre el terreno, determina que el fuego, iniciado en un cañar, se expandió por el cauce de la vaguada colindante con el camino del Prado en gran medida debido a la colonización del río Bolbaite -afectado a lo largo de 3 km- por esta especie invasora. Los cultivos abandonados en las inmediaciones contribuyeron a alimentar la voracidad de las llamas, de forma que los campos de olivos en activo aledaños resultaron muy dañados. El estudio detecta que la vegetación en esta zona se encuentra «muy alterada y degradada» por la caña y el alianto.

Los técnicos del CEAM también han constatado la ausencia de tratamientos selvícolas previos al incendio en la superficie acotada, mayoritariamente forestal y de titularidad privada. Las ramas secas en las partes bajas de los troncos de los pinos en contacto con los matorrales facilitaron la continuidad vertical de las llamas.

En el término de Chella, el más damnificado por el incendio, el fuego progresó a gran velocidad ayudado por la acumulación de combustible muerto en ejemplares de arbustos muy antiguos, predominantes en una zona que no había sido perturbada «desde hacía muchos años» y que presenta una masa de pinar muy dispersa. Otro factor añadido se sumó al cóctel explosivo: la existencia de un estrato herbáceo seco muy desarrollado. En el último año, en la Canal ha llovido la mitad de lo habitual, según los registros.

El informe también identifica áreas en Sumacàrcer y Sellent donde la interfaz agroforestal se encuentra «en muy mal estado de conservación» por el escaso de control de la vegetación en los bordes de las áreas de cultivo.

Sin riesgo de erosión

Pese a la magnitud del incendio, los especialistas del CEAM concluyen que la superficie quemada presenta un bajo riesgo de erosión y vaticinan una regeneración natural «satisfactoria» de la superficie de pinar afectada -un total de 250 hectáreas; el 15 % del total del área incendiada- a juzgar por la cantidad de piñones observada. Además, se espera un rápido rebrote de la vegetación de matorral.

Aunque el estudio descarta procesos erosivos importantes, los expertos señalan que podrían darse pequeños movimientos de suelo «muy puntuales» en áreas de bancales abandonados -El Turco, las Rochas o Lloma Redona- donde se constatan desmoronamientos generalizados de muros de piedra.

La montaña más afectada por el incendio -el Montot-se asienta sobre rocas duras, calizas y dolomías con abundante pedregrosidad superficial, sustratos que registran una gran estabilidad frente a la erosión. La rápida capacidad de regeneración de una parte del estrato arbustivo y herbáceo, además, contribuye a proteger el suelo durante los primeros meses postincendio. A medio plazo, la vegetación «tenderá a alcanzar la composición y una estructura similar a la situación previa al fuego», añade el documento.

Para prevenir futuros incendios, el CEAM recomienda mejorar el estado de conservación de la vegetación en las vaguadas y ramblas con las que se cebó el fuego de junio, introduciendo especies autóctonas del bosque en galería y eliminando las cañas. El informe abunda en la necesidad de sustituir estas plantas invasoras por álamos en los tramos de cauce fluvial para crear cortafuegos verdes y aboga por introducir especies arbustivas y arbóreas rebrotadoras para promover bosques mixtos en las zonas abancaladas, si bien los elevados costes de las repoblaciones convierten en «difícilmente asumibles» estas actuaciones para los propietarios privados damnificados por las llamas.

El estudio también recomienda la creación de puntos de suplemento alimenticio y agua para ayudar a la población de cabras y a otra fauna afectada por el incendio que puebla la zona.

Sobre el tratamiento de la madera quemada, el informe apuesta por hacer fajinas con los troncos y ramas para frenar la escorrentía en las zonas más deterioradas y con fuertes pendientes de Chella. Allí donde los accesos lo permitan, el CEAM ve razonable «extraer los pinos en estado de fustal» para impedir que los árboles caídos generen problemas de desplazamiento del suelo. En las partidas de El Turco, La Fenesca y Las Rochas, con sustratos blandos, la Fundación recomienda evitar arrastres en los bancales. Por último, el estudio sugiere a corto plazo extraer la madera quemada de las vías de acceso para evitar accidentes, aunque con mucha precaución.