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«Las noches de tormenta me alteran, todo me recuerda al camping de Biescas»

La familia alcireña que sobrevivió a la tragedia tras verse arrastrada por las aguas con su hija repasa veinte años después la dramática experiencia

«Las noches de tormenta me alteran, todo me recuerda al camping de Biescas»

El domingo 7 de agosto se cumplieron 20 años de la tragedia del camping Las Nieves de Biescas. Aquel día de 1996, la familia alcireña Capella Moreno volvió a nacer. «Lo que pasó ha pasado, solo nos queda mirar hacia delante y caminar», explica José Capella Moscardó. La tormenta de verano de aquel 7 de agosto de 1996 se convirtió en la peor pesadilla para esta familia. «Nosotros estábamos jugando tranquilamente a las cartas con unos amigos cuando, de repente una primera ola nos arrastró. José cogió a Aroa -su hija entonces de cuatro años de edad- pero yo no pude hacer nada y mi cuerpo se dejó llevar por la corriente como si de una hoja se tratara. Estamparme con una caravana me salvó la vida», relata Mª Carmen Moreno. La pareja no duda en contar su experiencia y asegura haber superado el trauma, pero reconoce que «siempre queda algún miedo». «Yo no puedo ir a la playa por las olas y una noche de tormenta para mi es como trasladarme al camping Las Nieves», explica la mujer.

Hasta las peores tragedias pueden tener una vertiente positiva. El matrimonio de Alzira destaca la generosidad de la gente que les atendió tras el desastre. «Hemos mantenido el contacto con los amigos que conocimos ese verano. Lo mejor fue la gente de los pueblos de alrededor ayudándonos sin miramientos. Daban todo lo que tenían en casa, mantas, ropa limpia, lo que fuese. Todo para ayudarnos. Eso nos hizo renacer y ver el mundo de otra forma», relata José Capella.

Mª Carmen, por su parte, comenta que cuando han vuelto a Biescas se han reencontrado con mucha gente que formó parte de su resurgir. «El día que fuimos al acto conmemorativo nos encontramos con la mujer que limpió a Aroa en una pequeña pica», explica con ternura.

La familia Moscardó Moreno fue una de las que se encontraba en el camping y sobrevivió a este desastre natural. «Al principio yo lo veía todo negro, que por qué nos había pasado a nosotros. Al final comprendí que estábamos los tres vivos y eso era lo que contaba. Muchas familias del camping no podían decir eso. Somos unos afortunados, ese día no nos tocaba irnos», explica emocionada M.ª Carmen.

Estos testimonios de la tragedia del camping Las Nieves agradecen a todos los voluntarios que se volcaron con el rescate de las víctimas y la ayuda que les ofrecieron. «Todos los pueblos de alrededor, como Biescas o Jaca, nos salvaron. La gente del pueblo fue la que realmente nos sacó del hoyo. Una enfermera del hospital de Huesca me ofreció descansar en su casa y me dio ropa de su marido mientras Mari estaba ingresada en la UVI», relata José Capella. Mª Carmen Moreno fue la que quedó más malparada tras la inundación del camping. Le arrastraron varias olas y sufrió varias contusiones en su cuerpo al llevarse por delante todos los objetos con los que se encontraba en su camino. La mujer se rompió tres costillas, tuvo una lesión en una vertebra, en la pelvis y le tuvieron que operar por la perforación de su intestino. Veinte años después aún sufre sus traumas de esa noche. «Los días de tormenta me pongo muy nerviosa, no se donde meterme. La playa ni la piso, la sensación de las olas me devuelve a esa noche y no puedo ni sentirlas», explica.

Unas vacaciones que marcan

Aroa Capella Moreno, hija de la pareja que viajaba con ellos, tenía 4 años cuando ocurrió todo. «Ella se acuerda de todo, incluso de detalles, de cuando estaba con ella cogida a un árbol que ni yo recuerdo», relata José Capella. Aroa, al igual que su padre, salió casi intacta del accidente. La pequeña quedó atrapada en la rueda de un coche, el mismo en el que estaba su padre. Ellos no lo supieron hasta mucho tiempo después de que una ola de agua y rastrojos les dejase encallados. «Yo seguía el rastro de mi hija por todos los centros sanitarios de la zona. Ella, en cada centro al que llegaba tras ser rescatada, decía su nombre, lugar de residencia y el teléfono de casa. Mi hija se acordaba de lo que tenía que decir en caso de perderse por ahí. Al final la encontré junto a su madre en el hospital de Huesca», explica Capella.

Todos los detalles del día de la tragedia quedan ahí, pero la familia Capella Moreno decidió sobreponerse y evitar caer en el pozo de la tristeza y el trauma. «Ocho meses después del desastre nos fuimos de camping, aunque esta vez un poco más cerca. Hemos vuelto cinco veces a Biescas a visitar a los amigos que hicimos esa noche. El domingo pasado fuimos al acto conmemorativo en el camping, lo vivimos con la emoción a flor de piel y nos sirvió para ver a los conocidos con los que compartimos esos momentos tan duros», relata emocionada M.ª Carmen Moreno.

El respaldo del pueblo

El desastre de Biescas se caracterizó por una rápida actuación de los servicios de emergencias y de la plena disposición de los habitantes de la zona para ayudar a las víctimas del camping. «En los momentos así es cuando verdaderamente te das cuenta de la bondad de las personas. Un médico de Biescas que se encontraba de vacaciones fue la persona que salvó a mi mujer. Gracias a su rápido diagnóstico pudieron trasladarla rápidamente al Hospital de Huesca. A Aroa la limpió y cuidó una trabajadora de la residencia de ancianos donde nos trasladaron en un primer momento. La humanidad que nos encontramos allí, no nos la hemos vuelto a encontrar en ningún sitio», relata José Capella.

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