La lonja de Cullera es uno de los edificios sin el cual no se entiende parte de la economía del municipio ribereño de los últimos 50 años. Durante este medio siglo de funcionamiento, ha sido el punto de unión comercial entre las numerosas familias cullerenses que se dedicaban a la pesca y los comerciantes, que acudían al enclave para comprar pescado recién capturado. Con el paso de los años se ha reducido notablemente el número de embarcaciones y la propia pesca, hasta tal punto que la lonja ha quedado prácticamente obsoleta. Sin embargo, el reciente impulso que se le ha dado a la paella de Cullera con productos frescos y autóctonos ha vuelto a poner en el punto de mira el mercado pesquero cullerense, pues los hosteleros encuentran en la longevo edificio un gran aliado.

Los restauradores se acercan cada mañana, si el mar acompaña, para comprar productos frescos del mar Mediterráneo y así ofrecer a sus clientes la mejor calidad. Esta actividad ha sido bien recibida por la Cofradía de Pescadores de la localidad que administra y subasta el pescado que llega a la lonja procedente de Cullera y de El Perelló, pues hoy en día ser pescador es prácticamente un trabajo vocacional o familiar. De hecho, el número de embarcaciones que existen en Cullera es cada vez menor. No hace mucho había una flota de más 100 embarcaciones y ahora quedan menos de la mitad. Una de las causas de esta reducción es que los botes que se dedicaban a la pesca de la chirla o a las almejas casi no trabajan por la veda impuesta, y las que si lo hacen han tenido que adaptarse a otras modalidades de pesca. Pese a ello, los pescadores que todavía se dedican a este duro trabajo, todavía pueden contar con este mercado pesquero para vender sus capturas después de un largo día de faenar.

La lonja se sitúa en el último tramo del río Xúquer, concretamente en el único puerto fluvial que existe en la Comunitat Valenciana. De hecho, la zona portuaria da nombre al barrio de El Port. Sus instalaciones pertenecen a la Consellería de Puertos, pero son utilizadas por la Cofradía de Pescadores, que se encarga también de asesorar a los pescadores, además de realizar cursos de formación a los marinos y otras actividades lúdicas. En sus aproximadamente 50 años se ha convertido en un edificio emblemático en la población, a pesar de haberse quedado anticuado y pequeño pese a las muchas remodelaciones sufridas. Es por estos motivos que el Consell aprobó una inversión de 313.247 euros para realizar unas obras importantes de ampliación, modernización y acondicionamiento que durarán unos seis meses y comenzarán en breve. Con estas obras se pretende dotar de una mayor operatividad al puerto.

La Consellería de obras públicas y vertebración del territorio prolongará la actual nave por el lado norte y se realizarán unas nuevas gradas de hormigón para suplir a las actuales, que además se reubicarán ocupando la parte central del edificio. La grada se ampliará a 44 personas sentadas y podrá acoger otras 16 de pie. Además, el edificio se adaptará a las necesidades higiénicas que exige la industria alimentaria. La intención es que la lonja vuelva a ser importante en la economía del municipio y se convierta en un atractivo turístico.