Las nuevas tecnologías también han aterrizado en la clase de Neolectores II de la EPA de Alzira. Aunque algunas alumnas conocen y conviven más que otras con los equipos electrónicos de la era digital. «Yo tengo tableta, móvil y tuve un ordenador. Uso estos aparatos para informarme más sobre las cosas que me interesan, también tenemos un grupo de Whatsapp las amigas de Neo II -así es como llaman a su clase- en el que hablamos y quedamos para hacernos algo fuera del horario de la escuela», explica animada Rosa.
Las redes sociales han llegado también a las personas de la tercera edad, no es extraño ver a un abuelo o abuela con Whatsapp pero el caso de Vicenta va más allá. «Yo tengo de todo: Whatsapp, Facebook, Twitter, correo electrónico. Todo lo uso para comunicarme y ver las cosas que me gustan. Es más, las redes sociales fueron el incentivo para aprender a escribir bien en valenciano, me daba vergüenza y no me parecía bien tener faltas de ortografía en un sitio que lo lee todo el mundo», remarca la alumna del la EPA «Enric Valor» de 64 años.
«Todas tenemos móvil, unas lo usamos más que otras, pero lo que está claro es que la educación ha cambiado en todos los sentidos, hasta en la manera de dar las clases», explica Rosa. Las alumnas de Neolectores II explican que las clases no son nada parecidas a como lo éran cuando empezaron a estudiar de pequeñas. «Yo, que voy a clase con mi marido, uso el teléfono para anotarme cosas e intento reflejar mis avances los estudios en mis perfiles de las redes sociales», relata Vicenta.
Este grupo de amigas no dejan indiferente a nadie que pregunta por sus quehaceres del tiempo libre. «Yo, cuando estoy en casa, hago deberes o me pongo a buscar cosas que me interesan en la tablet e incluso leo el periódico», explica alegre Rosa, alumna de 77 años de Neo II.
Las alumnas de Neolectores II no solamente se dedican a estudiar e ir a clase. También disfrutan de actividades extraescolares como excursiones culturales a Valencia o expediciones a la montaña para ver las estrellas. «Para nosotras ir a la escuela no es ninguna obligación, lo hacemos por gusto y nos gusta», explican. El director del centro, Carlos García, relata que «a los educandos, además de enseñarse las asignauras básicas, se les intenta hacer un programa de actividades que amplien sus conocimientos».
Las diferencias entre una escuela normal y la Escuela de Adultos no se notan apenas. Las alumnas y alumnos hacen su grupo de amigos como si de un colegio se tratara. «A los maestros les cuesta hacer el cambio entre darnos clase a nosotros y darsela a los niños, poco a poco evolucionamos todos. A nosotras nos falta un poco de disciplina en clase, no estamos acostumbradas al ambiente, pero educación no nos falta tampoco», explica Loles.
