«Sólo pido un techo donde poder dormir y asearme». Nunca hubiera pensado Isabel cuando salió hace casi dos meses de Tarragona para reencontrarse en Alzira con el novio que había conocido por internet que acabaría durmiendo en la calle. Asegura que viajó con el convencimiento de que podrían alojarse en una habitación de alquiler, aunque pronto comenzaron a torcerse las cosas, por segunda vez, en esta corta relación.

La llegada del frío ha agravado más si cabe su precaria situación. «No aguanto más, el lunes con tres chaquetas y la manta aún tiritaba, no pego ojo», relató Isabel entre sollozos.

Isaac Jávega e Isabel Recher se conocieron por internet hace siete meses. Ella dispone de una pensión de 365 euros por una discapacidad y él carece de ingresos. Según relatan desde el pasaje de la Plaça del Mercat, donde se han refugiado desde hace tres semanas tras recorrer recovecos de diversas fincas del entorno, la primera vez que ella se desplazó a Alzira se alojaron en la casa donde vivía Isaac con su madre, pero después de casi tres meses, una discusión con la madre del joven provocó que regresara a Tarragona. Mantuvieron la relación a distancia y finalmente Isabel regresó para ir a vivir con él en otro lugar.

Los acontecimientos posteriores les han dejado en la calle, pidiendo por la mañana a la puerta de un supermercado y durmiendo por la noche al refugio de un pasaje en la Plaça del Mercat. «Nos ayuda más la gente de la calle que el ayuntamiento», lamenta la pareja, que se muestra contrariada por el modo en que el departamento de Servicios Sociales les respondió cuando fueron a pedir ayuda y les señalaron que no disponen de viviendas.

Fuentes municipales, no obstante, aclararon ayer que esta pareja no se ha dejado ayudar y que, tras no acudir a varias citas con la trabajadora social para que elaborara un informe, su única demanda pasaba porque se le facilitaran las llaves de una vivienda aunque fuera compartida. Estas fuentes relataron que voluntarios de Cruz Roja alertaron de la presencia de estos jóvenes en la calle, la trabajadora social identificó al chico empadronado en Alzira y, a través de la propia Cruz Roja, le citaron para que acudiera al centro que le corresponde en virtud del domicilio y no acudió. Esta semana la pareja se personó en la sede principal aunque, según esta versión, no esperó a que le atendiera la trabajadora social, que se puso en contacto telefónico y recibió como respuesta la petición de un piso. «Hay muchas opciones, empezando por la mediación con la familia, se puede elaborar un informe de emergencia para que puedan ir a un albergue o pagar un alojamiento temporal mientras se interviene, pero para todo tiene que intervenir la trabajadora social y no le han dejado».