Su aventura con la idea de recuperar sistemas de cultivo tradicionales y variedades autóctonas que o bien apenas mantienen algunos agricultores para el autoconsumo o bien han desaparecido les llevó a plantar un campo de apenas un par de hanegadas de «garrofó pintat» que, a falta de grandes explotaciones, les ha convertido en grandes productores de esta variedad valenciana, que siempre se ha vinculado a la paella. César Baltasar y Javier Císcar, dos vecinos de Benifaió que se han reciclado en el mundo laboral como agricultores ecológicos, han decidido tramitar una denominación de origen para el «garrofó pintat» como forma de «dar un sello de autenticidad, de que se hace aquí y siempre se ha hecho aquí».

Iniciaron su experiencia de la mano del Centro de Experimentación Agraria de Carcaixent, que les facilitó las semillas, y aseguran que ya han dado el primer paso en busca de la DO, que ha consistido en contactar con otros productores. Son conscientes de que también se cultiva en algunos municipios del Camp de Túria -el cocinero de Benissanó Rafael Vidal ha querido preservar el «garrofó pintat» para sus paellas- y en el Norte de Alicante y, según explican, pretenden unir a los diferentes productores en busca de una marca de calidad. «Nos hemos puesto en contacto con otros productores para que se unan a este proyecto y cuando haya suficiente gente avanzaremos», explica Baltasar, mientras señala que esta variedad «está en fase terminal» cuando junto al «garrofó de la cella negra» son las variedades autóctonas.

«Se encuentra prácticamente en peligro de extinción y a través de la Estación Experimental Agraria de Carcaixent hemos recuperado estas semillas y nuestra intención es perpetuarlas y que la gente las conozca, porque ofrecen muy buena calidad, pero la gente no las conoce», incide este productor que, junto a su socio, se han integrado en la Associació Agroecológica de la Ribera.

Apuestan por un comercio de proximidad y tienen entre sus clientes a algunos restaurantes con Estrella Michelín. «Utilizan hasta la vaina del 'garrofó' para hacer una salsa que está muy buena, se aprovecha todo», inciden los agricultores, mientras señalan que la mayoría de la gente utiliza en la paella un «garrofó» congelado que suele llegar de Sudamérica, «de color blanco y harinoso, que nada tiene que ver con el nuestro».

Javier Císcar y César Baltasar tienen entre sus proyectos recuperar semillas de otros productos autóctonos desaparecidos o, como mínimo, desconocidos para el gran público.

Ambos han apostado por cultivos ecológicos. «Las razones son muchas, la necesidad de un modelo de producción racional que sea respetuoso con el medio ambiente, la readaptación del sistema de producción latifundista hacia un modelo minifundista que promueva la calidad frente a la cantidad y la vuelta a una agricultura tradicional como la que hacían nuestros antepasados, con una producción a un ritmo natural, sin forzar el cultivo con abonados masivos, y con variedades autóctonas frente a variedades híbridas que nos han traído de fuera», relata Císcar, mientras detalla que con este modelo basado en llegar al consumidor final se puede mejorar la rentabilidad «al saltarnos toda las cadenas de distribución».