La Ribera vive entre noviembre y diciembre un mes de celebraciones para conmemorar Santa Cecilia, la patrona de la música. La comarca es, contratado innumerables veces, uno de los epicentros musicales del mundo. Múltiples intérpretes y directores de la comarca han viajado por numerosos países y les ha costado mucho encontrar zonas en las que se conviva con tal densidad de músicos por metro cuadrado. Y de una calidad suprema, dado que la cantidad, con constancia, acaba repercutiendo en la calidad.

Según el historiador Antonio Furió, la pasión por la música va aparejada a la ciudadanía en esta zona prácticamente desde su aparición pero el primer documento escrito en el que se observa la posesión de instrumentos musicales data de 1255, sólo diecisiete años después de la conquista de la ciudad de Valencia (y sólo doce desde la de Alzira) por parte de Jaume I. En el inventario que se realiza sobre los bienes de Ramon de Rocafull (un noble de origen occitano que había participado en la conquista y que recibiría tierras privilegiadas sobre todo en Fortaleny y Corbera) se observan, junto a muchas armas y armaduras, un «llaüt», una viola y unas trompas. Los dos primeros eran instrumentos de cuerda, el primero formado por un mango en el extremo donde se situaban las clavillas y una caja de resonancia de forma curvada. Por su parte la viola anticipa la guitarra con una caja de resonancia con forma de ocho, era más gorda y de cuerdas más fuertes que el violín. Se tocaba con una mano y de ahí el nombre de «viola de mano» que tenía en portugués o italiano, como destaca el profesor Furió.

La trompa, en cambio, era un instrumento de viento que consistía en un cañón largo de metal que iba expandiéndose gradualmente. Una de las conclusiones más interesantes de Furió es la reflexión sobre la consideración social de estos tres instrumentos, ya que los dos primeros son dispositivos refinados para acompañar a una voz o para solos.

El laúd procede de la cultura árabe, mientras la viola era de origen occitano y por tanto del mundo cultural europeo o cristiano. La trompa, por último, era un instrumento inicialmente heráldico y militar que normalmente se acompañaba de timbales o tabales. Pasó del campo de batalla a ser utilizado en celebraciones públicas y protocolarias por ejemplo en la convocatoria de los miembros del consejo general de las villas, como sucedía en Alzira.

La hipótesis de Furió es que Ramon de Rocafull, procedente de Montpellier y emparentado con Jaume I, formaba parte de la alta nobleza y probablemente recibió con asiduidad en el castillo de Corbera o en la alquería de Fortaleny la visita de juglares de paso, ya fuese contratados para alguna fiesta en particular o para alegrar los momentos de la alta nobleza en tiempos de calma bélica. Los juglares (conocidos más tarde como «ministrers» y posteriormente como músicos) eran al mismo tiempo cantantes e instrumentistas y portaban con ellos sus propios instrumentos.

Es por ello que los instrumentos encontrados en la relación de Ramon de Rocafull hacen pensar que era él o sus servidores los que practicaban con la música. Ademas, la diferente procedencia de los instrumentos encontrados (precisamente cada uno de un lugar distinto del mundo) delata que la fusión de tradiciones (también musicales) seguramente empezó muy pronto, ya en los primeros años después de la conquista cristiana o incluso antes.

La música, en cualquier caso, no se reducía a los ámbitos de la aristocracia y siempre caracterizó la esencia ribereña. También en la comarca la música ha descansado sobre dos pilares: el de la sacra o religiosa que se desarrolló en el interior de los templos y el de la música tradicional o popular, que se hizo un lugar en la calle.

El primero podría estar representado por el órgano, mientras el segundo tendría al «cant d'estil» como su principal protagonista. Con el tiempo aparecieron importante estudios, caso de «Orgues i organistes d'Alzira», de Vicent Alonso; «Orgue de Cullera», de Francesc Giner Perepérez; «Orgue d'Algemesí», de Josep Antoni Domingo; o «Orgue de Sueca», de Antoni Furió. Refleja un potencial musical histórico que con el tiempo se ha convertido en materia de estudio.

En 1255, cuando aparecen las primeras referencias documentales sobre la música en la Ribera, el territorio estaba aún ocupado mayoritariamente por musulmanes y cualquier elemento era utilizado para cristianizar, incluso la música de las campanas.