El Molí de Monsalvà se convertirá, una vez haya finalizado su restauración, en un centro de referencia para toda la comarca. La Mancomunitat de la Ribera Baixa, además, contempla que éste incluya una escuela de hostelería que ayude a potenciar el turismo.

Gracias al Pla de Competitivitat Turística, a través del cual la Generalitat y la Diputación de Valencia concedían ayudas económicas a las diferentes mancomunidades, se están llevando a cabo una serie de reformas del molino, ubicado en la partida de Colom en Polinyà de Xúquer. Las últimas labores de restauración se han centrado en la recuperación de la cubierta. Igualmente, se acometerán las obras necesarias para que el edificio vuelva a tener suministro eléctrico. Por último, se realizarán aquellas labores menores que culminen la vuelta a la vida del histórico inmueble. Cuando todo concluya, «la intención es convertir el Molí en un centro de formación que sirva de referencia para toda la comarca y que incluya una escuela de hostelería potente», explicó ayer el presidente de la Mancomunitat de la Ribera Baixa, Jordi Vicedo.

El ente comarcal adquirió en 2013 el Molí de Monsalvà con el fin de recuperar su esplendor y dotarlo de una funcionalidad. Entre los años 2005 y 2007 ya se llevaron a cabo una serie de actuaciones para frenar su degradación. Durante aquel bienio se realizaron las obras que sirvieron para consolidar su estructura. La llegada de la crisis paralizó tosa obra en el molino y no fue hasta hace dos años cuando, gracias a un taller ocupacional concedido al Consorci de la Ribera, se retomaron las labores de restauración. No obstante, la reforma quedó incompleta y carecía de una finalidad. Ahora ya se le ha otorgado.

El Molí de Mosnsalvà es una construcción que data del siglo XIV y perteneció a la Baronía de Corbera hasta la desamortización. Estuvo en funcionamiento hasta los años setenta del siglo pasado. Abasteció a las localidades de Fortaleny, Riola, Polinyà de Xúquer, Benicull y varias alquerías. Su cierre propició el inicio de un periodo de decadencia que estuvo a punto de acabar con este elemento arquitectónico. De hecho, la pantanada del 82 ocasionó graves desperfectos y el agua se llevó parte de la maquinaria, aunque se conservó una buena parte.