Cullera celebró ayer definitivamente el tradicional concurso de las paellas falleras a pesar de la incertidumbre generada el viernes, cuando las comisiones alertaron de la imposibilidad de cumplir las exigencias municipales y estuvieron a punto de suspender el acto. La intervención in extremis del primer edil cullerense, Jordi Mayor, propició que la jornada siguiera adelante, convirtiéndose -además- en un éxito de participación.

El día lució espléndido y centenares de personas se acercaron al recinto municipal de la calle Enrique Chulio para vivir y formar parte del ambiente de esta fiesta. Representantes de las quince comisiones falleras de la ciudad tomaron parte en la jornada, haciendo gala de hermandad fallera. Se cocinaron más de 160 paellas. Además, cada falla presentó un plato a concurso.

La elaboración de los arroces comenzó a las 13.30 horas y se podían presentar ante el jurado del concurso hasta las 15 horas. Los cocineros, cada uno con su estilo, se emplearon a fondo para cocinar sus platos, dando la importancia que merecen el sofrito, el punto de ebullición o incluso el momento de echar el arroz en el caldero.

Tras concluir la valoración del jurado, la Junta Local Fallera otorgó tres premios a las tres paellas más sabrosas y otro a la mejor decorada. En este aspecto, el primer premio a la mejor paella se lo llevó la falla El Port, mientras que las comisiones El Raval y La Bega recogieron el segundo y el tercer premio respectivamente. Las tres comisiones ganadoras recibieron un banderín acreditativo. Por lo que respecta a la decoración, el máximo galardón se lo adjudicó la paella realizada por la falla El Port.

El alcalde la ciudad, Jordi Mayor, quiso destacar «el excelente ambiente que se vive en una jornada tan participativa como esta, que junto a los premios y la ofrenda, es la más multitudinaria de cuantas celebran las fallas a la nuestra ciudad». El primer edil, junto al concejal de Fallas, Javier Cerveró, invitó a los falleros a disfrutar de las fiestas y más aún este año en el que «las fallas han sido declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco». La fiesta terminó con una discomóvil.

Acuerdo a última hora

La buena voluntad reinante, tanto por parte del consistorio como de las diferentes comisiones falleras de la ciudad, y el deseo de que se celebrara un acto que se ha convertido en tradición hicieron posible que se llegara a un acuerdo entre ambas partes. El problema surgió a raíz de una resolución municipal que exigía una serie de requisitos para que los técnicos municipales dieran autorización a dicho evento. Las comisiones se negaron a celebrar el concurso ante la imposibilidad de cumplir esas exigencias. Sin embargo, el alcalde Mayor intervino ante la gravedad de los hechos y citó a los presidentes a las 21 horas a una reunión en la que se alcanzó un acuerdo.