Los ayuntamiento siguen asumiendo buena parte de las consecuencias de la crisis económica. A pesar de que, ni mucho menos, fueron los únicos responsables de la recesión financiera y el crecimiento hasta límites insospechados de la deuda pública, la incapacidad en el pago de administraciones superiores fue asumida por los consistorios municipales que, a cambio, vieron recortada su autonomía. Durante algunos años no han tenido capacidad para disminuir la presión tributaria sobre los vecinos, por buena que fuese su situación económica. La situación empieza a cambiar. Por unas u otras razones. El Ayuntamiento de Turís aprobó en su última sesión plenaria una reducción de un 14 % en el impuesto a los vehículos de tracción mecánica «con lo que ello supone de ahorro para los vecinos», explicó el alcalde, Eugenio Fortaña. Otra medida aprobada en esa línea es una importante bonificación del 95% en la cuota íntegra del IBI que se aplica a las balsas de riego. La ordenanza expone que las balsas de riego de las comunidades de regantes «son inmuebles en los que se desarrollan actividades declaradas de especial interés o utilidad municipal y por concurrir circunstancias sociales que justifican tal declaración».

De esta manera «intentamos compensar los gastos que tienen los agricultores, un sector muy castigado y cuya actividad depende tanto de la meteorología y al que en este caso en concreto afectaba especialmente la regulación catastral aplicada a estos inmuebles», argumentó Fortaña.