La adjudicación por segundo año consecutivo del servicio de parasoles y hamacas impulsado por el Ayuntamiento de Cullera con el objetivo de dar un mayor y mejor servicio a aquellos que deseen aprovechar al máximo su tiempo de playa y mejorar la imagen turística del municipio, que conlleva la prohibición de instalar sombrillas a primera línea del mar y la sanción para aquellos que lo lleven a cabo, genera debate entre los usuarios de las playas cullerenses. Cada vez son más los bañistas que optan por utilizar este servicio de pago por comodidad, aunque todavía existe un buen número de usuarios que son reacios a la adjudicación y piden poder colocar sus enseres a primera línea de playa.

El consistorio asegura que con esta prestación lo que se busca es dar un servicio a quienes no deseen o no quieren ir cargados con trastos arriba y abajo con el consiguiente perjuicio, tanto si son turistas como si son vecinos que completan una larga caminata desde sus casas, y eso lo agradecen algunos usuarios. Por ejemplo, las vecinas de Zaragoza, María del Mar y Pilar, consideran que el servicio mejora la estancia de quienes, como ellas, «vienen a pasar unos días, sin la necesidad de tener que hacer una inversión en la compra de hamacas y sombrillas que después no saben dónde poner cuando regresan a casa». La vallisoletana Susa Rafael, por su parte, tiene claro que «este es un servicio necesario porque da tranquilidad al usuario, no es caro y, además, te permite ir a la playa a disfrutar sin tener que estar pendiente de nada más». En la misma línea, no obstante, se expresa Carlota Núñez, de Madrid. «Cuando venimos buscando estas playas y estas arenas únicas, buscamos tener -al mismo tiempo- servicios de calidad, y las hamacas a primera línea nos permiten tenerlo. Y además, no son caras en comparación a otras playas alicantinas», asegura.

Contrariamente a quienes son partidarios de las hamacas, también hay usuarios que apuestan por plantar sus sombrillas y sillas a primera línea del mar. Es el caso de un grupo de bañistas procedentes de diferentes municipios de la Ribera Alta, quienes consideran que en la playa no se les puede prohibir el poder instalar sus parasoles, pues «la playa es de todos» y con esta normativa se les restringe el uso de la misma. También vecinos de Cullera, como Carmen, consideran que «las hamacas no deberían de estar en primera línea, porque a veces hay que cuidar a niños y no se puede hacer desde detrás de las hamacas», argumenta.

Posibles soluciones al conflicto

No obstante, en la playa también hay visitantes que se posicionan en el medio entre partidarios y no del servicio de pago de hamacas. Es el caso del vecino de Buñol Juanjo González, quien explica que una solución para contentar a ambas partes sería que «la ubicación de las hamacas de pago no fuese fija y se moviera por zonas, para no ocasionar problemas a los usuarios de la misma zona». En este sentido, el albaceteño Miguel Ángel García considera que el servicio «no tendría detractores si se buscase ubicaciones menos pobladas».

Por el momento, la decisión del consistorio de prohibir la instalación de sombrillas a primera línea está teniendo su efecto, pues se ha reducido hasta apenas una decena por cada acceso el número de «sombrilleros» que acceden a la playa a las 8 de la mañana para plantar sus parasoles y reservar sitio, quienes hace un par de años se contaban por centenares.