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Destrozos

Pillaje y saqueo agravan la degradación del monasterio d'Aigües Vives

Cierran con candados algunas puertas que estaban abiertas - La cocina y el salón de banquetes del antiguo hotel han sido desmantelados

El techo se cae en el salón de banquetes del antiguo hotel. v. m. p.

Un cartel de «Se vende» recibe a cualquier persona que se acerque al Monasterio de Santa Maria de Aigües Vives, un viejo convento agustino fundado en el siglo XVI y declarado Bien de Interés Cultural (BIC). No obstante, la imagen de degradación del inmueble ahuyentaría a cualquier comprador potencial. Para colmo, el pillaje y el saqueo han contribuido a agravar la situación del histórico inmueble. El expolio ha alcanzado a algunos azulejos del siglo XVIII. Hace unos días se han instalado candados en diversos puntos de acceso al edificio que habían quedado expeditos.

El abandono de la finca es patente. Suciedad y basura se acumulan por todos los rincones. No es complicado encontrarse con botellas o latas de refresco vacías, incluso un extintor que ha sido usado en algún acto de gamberrismo, ya que el polvo blanco ensucia una zona del templo.Incluso, un aparato de aire acondicionado se ha desprendido. Hace varios meses ya se tapiaron algunos de los accesos al monasterio para evitar la entrada de desconocidos. Sin embargo, otras puertas continuaban accesibles hace apenas unos días. Ahora se han colocado candados nuevos para sellar la entrada por las puertas acristaladas y metálicas que comunican el interior del monasterio con una terraza.

La imagen de degradación es notable. Se pueden observar cristales de ventanas rotos y cajas vacías de bebidas alcohólicas. Decenas de botellas de refresco caducadas permanecen en el interior del monasterio. Una parte del mobiliario presenta daños considerables. Junto a tal estampa hay un cartel de «Prohibido el paso» tumbado y sucio en el suelo. Además, en una de las salas más nobles del antiguo hotel faltan dos azulejos de cerámica tradicional.

Pintura deteriorada

La fachada exterior ha perdido buena parte de la decoración mural. Aunque todavía se conservan algunos trampantojos y las imágenes superiores en las que aparece un barco, la virgen y la fecha 1767 asociada al edificio norte, las inclemencias del tiempo amenazan con acabar con dichas pinturas. No en balde, la pared ya presenta zonas muy deterioradas y múltiples desconchados.

Una puerta rota permite todavía el acceso a una zona de la propiedad que no tiene conexión directa con el monasterio. La cocina y la antigua sala de banquetes del hotel distan mucho de tener el esplendor que atesoraba hace unos años. El polvo y los escombros son un todo. El falso techo ha caído en algunos lugares y en otros está cerca de seguir el mismo destino. El tejado es de uralita. Lámparas y cristales esparcidos por el suelo, cables sueltos, sillas y varios muebles deteriorados componen una imagen que podría corresponder a la acepción de «ruinoso» que aparece en el diccionario.

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