­Las celebraciones sobre el final de la II Guerra Mundial o la derrota del nazismo parecen quedar siempre lejanas, acostumbrados a que nos lleguen a través de películas de Hollywood. Sin embargo, la historia yace para siempre, por ejemplo, en el cementerio de Sueca. Es allí donde acabaron por coincidir para siempre dos emblemas de la lucha antifascista como la suecana Virtudes Cuevas y el burrianense Amado Granell. Sus historias son de película y su reconocimiento mundial, lo que hace del camposanto suecano un lugar de encuentro para la democracia, uno de los enclaves ineludibles para aquellos que organizan excursiones para la recuperación de la memoria histórica.

Europa celebró este verano el 73º aniversario de la liberación de París e incluso la alcaldesa de la capital gala, Anne Hidalgo, recordó a La Nueve, la 9.ª Compañía de la 2.ª División Blindada de la Francia Libre, también conocida como División Leclerc y en la que el español Amado Granell fue importantísimo. Después de combatir en la Guerra de Marruecos, la Guerra Civil española y en la Segunda Guerra Mundial, evitar la muerte por medio mundo y ser pieza clave en la liberación de Europa de manos del nazismo, el héroe republicano Amado Granell descansa para siempre en Sueca tras ser víctima de un accidente de tráfico en la carretera que une la capital de la Ribera Baixa con Albalat. Sucedió el 12 de mayo de 1972 y pese a que el republicano español era nacido en Borriana y había vivido en Alicante, fue enterrado en el cementerio suecano, una práctica usual en la época por la falta de recursos económicos para trasladar los cuerpos inertes a su lugar de procedencia. Es por ello que en el camposanto de Sueca existe uno de lo podría considerarse lugar de procesión y culto de la democracia española. Sería así si los diferentes gobiernos del Estado (tanto en tiempos de la dictadura franquista como posteriormente con la democracia) se hubiese tratado a los republicanos como héroes de la democracia, contribuyendo (tras salir de España por la victoria franquista) a liberar a Europa de las garras del nazismo que capitaneó desde Alemania Adolf Hitler.

La vida de Virtudes Purificación Cuevas Escrivà, nacida en Sueca en 1913, no fue menos apasionante, aunque rodeada siempre por la fatídica guerra. La ribereña fue conocida en la resistencia francesa como «Madame Carmen» o «Madame Vidal» y es hoy un símbolo mundial de la lucha contra el fascismo. A pesar de su juventud y de su prometedora carrera como docente, no tardó en afiliarse a las Juventudes Socialistas Unificadas y durante la guerra de 1936 se alistó en el Quinto Regimiento. A medida que avanzaban las tropas franquistas se desplazó a Catalunya y tuvo que exiliarse en Francia, donde se alistó en la resistencia. Actuó como enlace y abasteció de alimentos a militantes anarquistas, comunistas y socialistas con la puesta en circulación de propaganda, información y armas. El avance de las tropas nazis acabó con su captura y fue desplazada al campo de concentración de mujeres, en las que se las utilizaba para trabajos forzosos que permitieron obtener grandes beneficios a empresas como Siemens. Sobrevivió a Ravensbrück junto a la sobrina del por entonces militar y después presidente francés Geneviève de Gaulle y fue condecorada por el mismísimo Charles de Gaulle con la máxima distinción del ejército francés, la Legión de Honor. Dos símbolos de la democracia unidos en Sueca.