El Ayuntamiento de Cullera y el Servicio de Protección a la Naturaleza de la Guardia Civil han articulado una serie de medidas para proteger de posibles expolios los yacimientos arqueológicos que en los últimos años se han detectado en la bahía y, en particular, el Portum Sucrone, los restos del mítico puerto romano hallados frente a la costa de la capital turística de la Ribera.
Gandía emitió en su día un informe en el que deja claro que «nos encontramos ante un hallazgo arqueológico de una singularidad excepcional y de una potencialidad arqueológica enorme».
El documento defiende que «con toda probabilidad se trate de un área de fondeo, lo que podría relacionarse sin duda con la existencia del Portum Sucrone que relatan las fuentes clásicas al referirse a la desembocadura del río Júcar, y que hasta la fecha es de paradero desconocido».
Materiales de gran valor
Un gladium o espada romana, un busto metálico partido, gran cantidad de restos de ánforas (bordes, cuellos, panzas, asas, pivotes), ocho cepos como mínimo (anclas romanas) y dos de almirantazgo, lo que parecen ser tablones de madera descompuesta, piezas metálicas de difícil catalogación o material de construcción, entre otros restos, configuran parte del tesoro que alberga el fondo marino de Cullera. Todos ellos parecen corresponder a la época clásica romana.
Encontrar el Portum Sucrone
Los romanos, a partir del siglo II a. C., se hicieron los dueños de Hispania tras sus disputas con los cartagineses. Los efectos de la romanización se dejarán sentir con fuerza en esta zona oriental, por su situación geográfica, abierta al mar Mediterráneo y por el paso de la Vía Hercúlea, posteriormente denominada Augusta. Así, asistimos a una profunda urbanización, con la fundación de ciudades. Con este periodo hay que relacionar la ciudad de Sucro, que se menciona en las fuentes clásicas.
Sucro, citada por Tito Livio, Estrabón o Salustio, es para muchos historiadores el actual municipio de Cullera, mientras que otros la sitúan en Albalat de la Ribera. En ese sentido, la Arqueología no ha dicho su última palabra. Los restos arqueológicos localizados hasta la fecha, tanto de la Roma republicana como de la imperial, no permiten aún concretar su localización original.
Lo que sí parece evidente es que en Cullera se estableció un pequeño vicus (aldea) portuario ubicado en la falda sur-este de la montaña desde el siglo II a.C. y que alcanzaría su máximo desarrollo durante los siglos III y IV, coincidiendo con el decaimiento de otras grandes urbes romanas, y que estuvo en funcionamiento hasta finales del siglo V.
El propio Gandía se muestra muy prudente al considerar que estos hallazgos aún no confirman definitivamente la presencia del Portum Sucrone, aunque reconoce que son «indicios muy potentes».
La extracción de estos elementos se lleva a cabo en el marco del Proyecto de Prospección Arqueológica Subacuática Bahía de Cullera, puesto en marcha en el 2016 por el consistorio. «Ya no es un hallazgo casual, sino programado», expone Gandia. El proyecto tiene dividida la costa cullerense en cuatro áreas que van desde la Isla de los Pensamientos hasta la Penya Roja (frente al Marenyet), pasando por la desembocadura del Xúquer y la Penyeta del Moro.
El rescate de las últimas piezas recuperadas, la primera ánfora completa que se ha extraído de la bahía de Cullera y un cepo, tuvo lugar hace aproximadamente un año y ya se determinó la necesidad de extraerlas por el peligro de expolio. El mismo presidente del club de buceo, Óscar Pellicer, resaltó: «Ha sido un milagro porque estaban en superficie en la bocana del puerto, por donde pasan muchas embarcaciones, pero las piezas salieron en muy buenas condiciones». La Carta Arqueológica Subacuática valenciana contabiliza en la costa cullerense, al menos, nueve puntos o yacimientos inventariados; algunos de ellos, de reciente inclusión.
