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ALGEMESÍ, bajo las garras del lobo

ALGEMESÍ, bajo las garras del lobo

más bien lo podríamos calificar de una forma más afín a la que nos preocupa, podría ser «todo lo que es bueno para Més Algemesí obligatoriamente tiene que ser bueno para todos los vecinos»; que es lo que está haciendo esta formación política imponer su criterio como poseedores de la verdad absoluta. Es difícil entender como el valor y la moral depende del punto de vista, del punto de negociación donde te encuentras, es una praxis desleal con los vecinos. El cambio radical de argumentación defendiendo su criterio referente a los presupuestos locales es patente en la formación de Mes Algemesí.

Lo que en el mes de noviembre era «un presupuesto flojo e incoherente»; presentado por el equipo de gobierno, y que no fueron capaces de negociar con la oposición, bueno, con ellos, porque al fin y al cabo son los miembros de Més Algemesí los que se consideran necesarios para poder posibilitar a que se gobierne con garantías, y por parte de los grupos progresistas. Tienen la llave de la gobernabilidad y la están utilizando para obligar a un gobierno débil a arrodillarse ante sus exigencias.

Tan solo hace unos pocos meses, todo eran críticas a un presupuesto que no pretendían aprobar, no era cuestión de números, sino de un nuevo modelo, según Mes Algemesí, estaban esperando una llamada telefónica para negociar, pero no solos los presupuestos, sino «estamos esperando que el gobierno ponga encima de la mesa un nuevo modelo de organización municipal que sea beneficioso para Algemesí, no como el anterior. Pero el orgullo les puede y se niegan» estas eran sus palabras el mes de noviembre. Al mismo tiempo, no aprobar los presupuestos para el año 2018 era «votar en función de los intereses de lo que era mejor para Algemesí y dada la experiencia de los dos años anteriores aprobar los presupuestos era, y es, invitarles a «gitar-se a dormir» como han hecho hasta ahora», claro, eso era garantizar la ejecución del presupuesto, aunque resultaba un tanto «farragoso» para los técnicos, pero garantizaba ejecutar las partidas y las inversiones.

Curiosamente, todos estos argumentos presentados quedan aparcados, quedan en el olvido cuanto es Més Algemesí el que impone su presupuesto al equipo de gobierno, tal y como ya hizo el primer año de legislatura completa del bipartido PSOE-EU en Algemesí, impuso unos cuentas para poder aprobar su presupuesto, que no varía prácticamente del presentado por el bipartido en el mes de Noviembre, ya que en un presupuesto de 19 millones cambiar 5.000 euros de una partida a otra es insignificante.

Su argumento, dos meses después es totalmente distinto, «hemos aparcado las diferencias y hemos antepuesto el bienestar de Algemesí por encima de los intereses de partido», que diferente es ahora su argumento, ahora cuando el presupuesto aprobado es el suyo, el impuesto al bipartito del gobierno, además las diferencias continúan patentes, dado que han obligado al equipo de gobierno a olvidarse de la dedicación exclusiva del primer teniente de alcalde y dejar la propuesta presentada sobre la mesa. Si antes decía que no habían contactado con Més Algemesí, ahora dice que: «Las continúas negociaciones entre las tres formaciones han servido para sacar adelante les cuentas anuales, porque en caso contrario, se tendrían que prorrogar los cuentas del año anterior» y claro, como es este grupo el que ha impuesto su criterio, ahora dice que «el gobierno ha escuchado nuestras propuestas, nosotros las suyas, y finalmente hemos pactado los mejores presupuestos posibles para Algemesí»

Esta es la vara de medir que tienen el grupos progresistas, sí, esta es la doble moral de la que hacen gala, el criterio aplicado para argumentar que sólo está bien lo que hacen ellos, hay que decir que el despotismo es lo que los caracteriza y que su juego político se basa en el engaño y la falsedad para argumentar a los vecinos que solos ellos están en posesión de la verdad absoluta.

Estamos asistiendo a una situación esperpéntica, donde un gobierno débil y sin ideas está bajo las garras de un lobo, eso sí, con piel de cordero, totalmente manipulador que sabe aprovechar la situación de «partido bisagra», que juega a ser director de una orquesta que baila al ritmo que ellos marcan.

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