Los centenares de participantes tuvieron que superar todas las pruebas que se localizaban en diferentes puntos de la ciudad, en un itinerario secreto que incluía algunos escenarios emblemáticos como por ejemplo el mercado municipal La Plaça, el paseo de la estación o la plaza dels Molins de la Vila, entre las cerca de veinte localizaciones del juego. Las pruebas, diversas, trataban sobre todo de conseguir munición y alimentos, pero los participantes también fueron retados a desactivar falsos explosivos, entre otras propuestas curiosas.

El acontecimiento contaba con un equipo de maquilladores profesionales que se instaló en el Casal Jove para convertir el juego en una experiencia realista. De hecho, todos aquellos que eran cazados por un zombie se podían convertir al bando oscuro, cambiando su caracterización. El juego era muy simple: aguantar toda la noche sin que te tocara uno de los muertos vivientes. El más mínimo contacto te eliminaba como superviviente y podías unirte al bando zombie tras maquillarte o abandonar la partida.