«No podemos permitir que se cuestione tan gravemente la labor y la reputación con acusaciones falsas y totalmente infundadas. Prosub es una entidad sin ánimo de lucro con casi medio siglo de ejercicio que cuenta con el aval de las encuestas de absoluta satisfacción de los familiares de las personas enfermas». La entidad de Alzira, a través de su presidenta, Rosa Toro, ha querido salir al paso de las acusaciones lanzadas por una familia de la Ribera que la acusó de intentar enriquecerse con el diagnóstico prematuro de su hijo, al que trataron durante cuatro meses del Síndrome de Asperger y, tras una protesta de la familia, revisaron su caso y admitieron que no padecía dicha tipología de autismo.

La madre y la abuela del pequeño están convencidas de que al niño le diagnosticaron Asperger «para enriquecerse con el tratamiento, dado que Prosub cobra en función del número de casos que atiende». Frente a esa tesis, la Asociación Comarcal Pro-Discapacitados sostiene que ese caso de insatisfacción por sus cuidados es «una excepción», ya que «una mirada más amplia muestra padres orgullosos de sus décadas de experiencia y del nivel de complacencia de pacientes y familias». La presidenta alega que con la familia denunciante, en todo momento, establecieron y siguieron los protocolos establecidos que marcan las sociedades científicas para el diagnóstico de este tipo de trastornos y que se contó siempre con el apoyo de las diferentes administraciones competentes, desde el servicio de Neuropediatría del Hospital de la Ribera hasta los técnicos de la Conselleria de Sanidad, que controlaron el caso y aprobaron las medidas.

Protocolos

El niño fue puesto en manos del Instituto de Diagnóstico e Intervención de Niños con Espectro Autista (Idinea), un organismo asociado a Prosub que le realizó en julio, «en un momento de urgencia por la delicada situación familiar», las pruebas recomendadas a nivel científico. Se le diagnóstico trastorno de Asperger «atendiendo a los criterios diagnósticos de DSM-IV y V, siempre sujeto a la revisión en función de la evolución del paciente» dada su edad y la complejidad del caso. «En el momento de la valoración el paciente reúne rasgos de Trastorno del Espectro Autista, tal como queda reflejado en un informe anterior elaborado por otro centro sanitario autorizado; coincidiendo con la información que se recibe en las consultas del servicio de Neuropediatría del Hospital de la Ribera. Comenzada la intervención terapéutica con el paciente, se empiezan a detectar progresivamente cambios en la conducta del mismo. Estos nos llevan a realizar nuevas pruebas diagnósticas que, tras cuatro meses de tratamiento, concluyen en un nuevo diagnóstico. Actualmente, la Usmia (Unidad de Salud Mental Infantil y Adolescente) lleva el seguimiento para observar su evolución», argumenta la presidenta del ente alcireño, Rosa Toro.

Ambos informes distaban mucho en sus análisis. Si el primer consideraba que el niño en la interacción social no suele ofrecer para compartir, en el segundo se específica lo contrario. De no ofrecer consuelo a otros, pasaba a hacerlo. De no responder a los acercamientos sociale a hacerlo sin problemas. Tras sostener que su expresión se realizaba a gritos y entre enfados, el segundo informe hablaba de una forma oral adecuada. De hacer comentario inapropiados y usar expresiones estereotipadas, pasaba a expresarse de forma adecuada y más madura. De no tener juego imaginativo y social, a registrarlo con total normalidad. Los profesionales de la entidad afirman que el primer diagnóstico se realizó con urgencia tras cuatro sesiones de estudio, dos con el niño y dos con los familiares. «Se buscaba empezar el tratamiento para ayudar a la familia. En el segundo diagnóstico ya se incorporaron meses de estudio del menor y un mayor conocimiento del contexto».

Prosub subraya que con sus más de doscientos menores tratados «siempre se han basado nuestros tratamientos en criterios clínicos, en beneficios de los menores y sus familias. No existe una voluntad de lucro económico», destaca Toro.