«Cuando se vende a peso seleccionan mucho la fruta, pero cuando se vende a ojo se lo llevan todo y no dejan nada en tierra». Esta frase de Walter Llácer evidencia una de las prácticas que molesta a los productores de caqui: encontrarse en el campo, a veces en el suelo, un porcentaje importante de la cosecha tras la recolección. Los agricultores de Alberic, en una reunión previa en la que se abordó esta misma problemática, acordaron reclamar que se aplique el contrato publicado en el «BOE», que las cosechas se pesen siempre en la báscula que habilitará el ayuntamiento, exigir un precio de venta que como mínimo cubra los costes de producción y evitar o minimizar los costes del corredor