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La transhumancia moderna devuelve a los montes de Tous ganado procedente de Asturias

Una empresa desplaza durante seis meses cerca de 400 cabras en busca de un mejor clima que facilite el alimento y su reproducción - La crisis expulsó al último pastor del monte hace siete años

La transhumancia moderna devuelve a los montes de Tous ganado procedente de Asturias

Alrededor de 400 cabras han recorrido los más de 800 kilómetros que separan Baos, un pueblo deshabitado en la parroquia de Arcallana (Asturias), de las montañas de Tous, para pasar el invierno sin sufrir los rigores del clima de la cornisa cantábrica, más fría y lluviosa, disponer de pasto y de unas condiciones adecuadas que faciliten su reproducción. No lo han hecho a través de cañadas reales y vías pecuarias o veredas, con largos días de camino para ganado y pastores, sino siguiendo autovías y carreteras nacionales. «Es la transhumancia mecanizada, pero la filosofía es la misma», explica Rubén Llata, pastor y responsable del ganado, que esta semana ha regresado a su lugar de origen en busca también de mejores condiciones de temperatura durante el verano.

Es el segundo año que esta empresa ganadera de Asturias, propiedad de un matrimonio alemán con amplia experiencia en el sector, se adjudica el aprovechamiento de los pastos de Tous, un pueblo con una larga tradición de ganado y pastores dadas las características de su amplio término municipal. Una práctica que, no obstante, había desaparecido, aunque no hace demasiado tiempo. «Miguel Manzanares, con ovejas, y yo con cabras fuimos los últimos», relata Armando Avendaño, un pastor de Dos Aguas que hoy ejerce como esquilador, mientras recuerda que después de 15 o 16 años como ganadero y pastor a caballo entre Dos Aguas y Tous, si bien en verano subía a Requena -«allí sí que hacía transhumancia», apunta-, vendió las cabras. Ocurrió hace siete años. «El que me las compró se quedó también los pastos pero estuvo muy poco tiempo y se subió a Requena, no era el típico pastor de antes», aclara.

Seis años después de que Armando Avendaño y su hermano decidieran abandonar su actividad como ganaderos dada la coyuntura económica -«llegó la crisis y los cabritos fueron a menos, a menos, a menos... y tuve que retirarme porque en vez de comer de ellos tenía que darles de comer», resume la disyuntiva- llegó de nuevo el ganado a Tous a través de esta transhumancia moderna que lo transporta en camiones.

«Estuvimos mirando otros pueblos, barajamos Simat, Teresa de Cofrentes, la zona de Ayora, Llíria..., siempre cerca del mar porque hay menos heladas, es un clima mediterráneo; cuanto más hacia el interior hace más frío», explica Rubén Llata, mientras señala que Tous llamaba especialmente la atención por la presencia del pantano, por el hecho de contar con unas 5.000 hectáreas de pastos que, además, presentan una superficie bastante llana. «La civilización está cerca, estamos a media hora de València y tenemos buen acceso, es un lujo», comenta.

Primera experiencia

La empresa ya desplazó el año pasado en su primera experiencia transhumante a montañas valencianas alrededor de 300 cabras y 200 ovejas, y pese a que todo se gestó de forma algo precipitada, la experiencia fue «buena» relata el pastor. «El año pasado hubo aquí pocos partos, pero durante el año ya lo gestionamos para hacer aquí una paridera en feberero».

El temor a los efectos de la sequía y la previsión de pastos en el Norte de España, explica Llata, provocó que el pasado noviembre la empresa únicamente desplazara 400 cabras para que permaneciera en las montañas de Tous seis meses, del 15 de noviembre al 15 de mayo, aproximadamente.

«Aquí es tradicional, los pastores que venían de Cuenca y Aragón bajaban el 1 de noviembre y marchaban el 1 de mayo. En los pueblos de València se hacía una fiesta, como si fuera el día de la transhumancia, y se juntaban los pastores con la gente del pueblo, que aprovechaba para recoger las cabras que había entregado a los pastores para que se las cuidaran en las montañas durante el verano», relata Rubén Llata, al tiempo que apunta que esta tradición se mantuvo vigente hasta hace aproximadament cuarenta años.

La mayor planificación de este segundo viaje transhumante ha dado sus resultados con el nacimiento, según detalla, de entre 150 y 200 cabritos, chotos o chivitos, según las diferentes denominaciones que reciben. «Ha habido una paridera de unos 40 días, se trata del período que hay desde que pare la primera cabra preñada hasta que lo hace la última y estamos muy contentos», relata, si bien admite que tenían «algo de miedo porque la primavera vino muy tarde» pero, finalmente, «las cabras han engordado bien», señala con satisfacción.

«La temperatura del invierno aquí es fabulosa, es verdad que las lluvias llegan tarde, pero las cabras prefieren un poco de sequía que estar mojadas durante todo el día porque pierden muchísimas calorías. Tú puedes ir a la cama sin cenar, pero con la cama seca. Pero no te pues ir con la barriga

llena y la cama

mojada

porque pierdes

muchas más calorías de las que puede ingerir», expone el encargado del ganado, mientras relata que, en Asturias, durante el invierno, «hace mal tiempo, la comida baja mucho y la mortandad en el caso de las cabras era muy alta».

Mayores partos

La firma Los Baos Ganaderos optó por una alternativa segura. «Decimos hacer lo que la gente hacía ya hace 500 años: la transhumancia», explica el pastor, al tiempo que detalla que garantizar unas buenas condiciones al ganado durante el invierno permite mejorar económicamente al haber más partos y mejorar también la calidad del animal de cara a una posterior venta.

Llata es el responsable de la gestión del ganado, aunque es José el pastor que más tiempo pasa con las cabras en los montes de Tous. También procedente de Asturias, recorre a diario las montañas en busca de buenos pastos y agua. «Cuando hay más horas de luz hay más trabajo, vienes por la mañana temprano, das un careo a las cabras pensando siempre que a la vuelta van a tardar hora y media más que al ir», para regresar finalmente al cuartel general de ganado en la zona conocida como la Laguna. «A veces las metemos en la cueva de Pertecates, una cueva de unos mil metros cuadrados, pero en esta última fase, como hay paridera vuelven a domir con los chivos», explica Rubén Llata. «Tienes que dar de comer bien a las cabras, que anden lo menos posible, llenen la barriga lo más pronto posible y hagan más digestiones», explica. También hay que ir en busca de agua, aunque el ganado nunca ha llegado al pantano, aclara.

«Me siento libre»

Llata reivindica la figura del pastor y la amabilidad de los vecinos de Tous que les han acogido y ayudado en momentos de dificultad en la montaña. «Aquí, por estas zonas, hay un sentido pésimo de lo que es el pastor, el que no valía para trabajar se iba con las cabras y las ovejas cuando en la zona de Castilla es todo lo contrario». Señala como ejemplo los grafitis que hay en muchas cuevas que evidencian no sólo el paso de pastores sino también que sabían leer y escribir.

Admite que se trata de una profesión que exige «dedicación». «Es preciso que te guste, pero para mi es mucho peor estar ocho o nueve horas sentado en una mesa. Yo me siendo libre», sentencia el joven pastor de origen cántabro.

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