El investigador Norbert Blasco tenía razón. Los primeros trabajos de demolición controlada de las casas de la calle Chulvi que expropió el Ayuntamiento de Alzira permitieron localizar ayer un arco de medio punto, de piedra, que formaba parte de un estrecho callejón o «atzucac» que quedó cegado a principios del siglo XX con la construcción de una estrecha vivienda con fachada a la calle Chulvi. La anchura de este inmueble coincide con la del antiguo paso, un trazado que se reconvirtió al quedar sin salida en el patio interior de los inmuebles colindantes. El arco se encuentra aparentemente en buen estado y una primera estimación en base a la técnica constructiva y su altura lleva a los expertos a datarlo entre los siglos XVI y XVII, lo que se correspondería a un gótico tardío próximo al renacimiento. En base a esta cronología se desvanece la hipótesis que señalaba este paso como puerta de acceso a la judería, si bien a la espera de que una excavación arqueológica permita ampliar la información, se abren nuevas posibilidades, especialmente, por la prestancia de la arcada. «Es bastante interesante, merece la pena estudiarlo», señaló ayer el arqueólogo Agustín Ferrer, director del Museu Municipal d'Alzira (MUMA), mientras apuntaba que un trabajo de campo posterior permitirá «asociar el arco con el pavimento y ver niveles inferiores» para conocer a qué altura arranca y poder averiguar si estaba en la calle o en el interior de una vivienda o si tenía puertas. En base al testimonio de Norbert Blasco, Ferrer apuntó que en principio se trataría de un arco de entrada a un «atzucac» o callejón sin salida o el punto que marcaba el paso de un espacio a otro.

Más propio de alguna vivienda

El arquitecto Miguel Vila, jefe del área de Urbanismo, considera que debido a la calidad constructiva del arco bien podría ser la puerta de entrada a una vivienda o a un barrio o sector dentro del centro histórico, y apuntó que la excavación posterior permitirá confirmar si había herrajes o goznes que permitan concluir que, además del arco, también temía puertas.

El presidente de la asociación Gaspar Dies para la defensa del patrimonio histórico de la Ribera, Francesc Piera, admitió que tras ver el arco que la entrada a las juderías suele ser «más simple» y que éste era más propio de alguna casa de relevancia «que no de una calle».

El concejal de Gestión Urbanística, Fernando Pascual, agradeció la colaboración de esta asociación y, en particular, de Norbert Blasco y señaló que, a la espera de los informes técnicos, la voluntad del ayuntamiento es conservar el arco e integrarlo en el edificio que se pueda construir tras la demolición parcial de estas viviendas. El edil señaló que el derribo responde al compromiso asumido por el tripartito con los vecinos de la calle para dar solución a unas viviendas que se encuentran en ruinas desde hace años y que representaban un problema de salubridad: «Los vecinos me dicen que aún hay barro de la pantanada y roedores», comentó. Por otro lado, incidió en que se va realizar un derribo controlado ante la posibilidad de que puedan aparecer otros elementos de valor arqueológico o etnológico, mientras subrayaba la apuesta del tripartito por la conservación del patrimonio histórico.