Los agentes detectaron a un ingeniero técnico de Cullera que realizaba las fichas simplificadas de los vehículos de importación con las características del número de bastidor troquelado, una falsedad documental necesaria para estafar a los compradores. Incluso llegó a modificar las emisiones de CO2 para intentar que el cabecilla pagase menos impuestos de transferencia patrimonial. Cumplido ese trámite, se dirigían a una ITV cuyo ingeniero técnico daba por buenas las características técnicas irregulares. Los vehículos robados eran entonces introducidos en concesionarios de Sueca y Manises, donde sin saber la procedencia de los vehículos los vendían a terceras personas. Se investigaron todos los expedientes de matriculación importados y se detectaron 10 vehículos cuyos destinos habrían sido principalmente Valencia y en casos puntuales Barcelona y Algeciras.